martes, 27 de enero de 2015

Estado Islámico en contra de la vida

El caos y la fragmentación en Iraq tras la larga invasión de Estados Unidos se unió al desorden y el clima de guerra civil en Siria. Esto fue el caldo del cultivo para que se fundase rápidamente el temible Estado Islámico de Iraq y Levante, donde el autoproclamado califa Ibrahim, antes conocido como Abu Bakr al-Baghdadi, quiere que su grupo terrorista sea convertido en un país que pronto se extenderá por Europa, Asia y África mediante el terror y la opción más opresiva del islamismo. Su pujanza es tal que se desgajó de al-Qaeda y le llega a hacer sombra. Aprovechan Internet y las redes sociales para captar a musulmanes descontentos y lavarles el cerebro para que se unan a su causa. Terrible, porque ahora los ataques terroristas no son provocados por visitantes ajenos al país, sino por nacionales.

Estos yihadistas suníes aprovechan los recelos de los europeos para la integración total. No son emigrantes, sino descendientes de ellos, que han visto que siendo completamente ciudadanos y nativos del país no son considerados como tales. Y Francia, para desgracia, es el paradigma del caso. El descontento llevó a volver a las raíces ideológicas y religiosas de sus antepasados, cosa que aprovechó desde un primer momento Arabia Saudí para promocionar su intolerante wahabismo mediante canales de televisión y radio, predicadores por todos lados y la construcción de mezquitas. Por desgracia, el Islam de hace unas décadas parece haberse borrado debido a la preponderancia del wahabismo en los medios de comunicación, tanto en países de tradición cristiana como de tradición musulmana. Europa, o más bien los políticos europeos, no aprende y quiere imponer más sanciones y restricciones ¡aunque los terroristas sean nacionales! Aprovechan cualquier cosa para reducir la libertad ciudadana. El problema se eliminará aplicando una inclusión auténtica, de seguro. Aunque claro, esto no será cosa fácil. Posturas intransigentes consideran que la blasfemia es más importante que la libertad de expresión, conllevando al terror reciente de los ataques a Charle Hebdo.

Curioso es que las penas en Arabia y EIIL son muy parecidas, pero los primeros son protegidos por su suministro de petróleo. Pero más terrible en el Estado Islámico son las ejecuciones de soldados, musulmanes que reniegan de esa opresión y de periodistas. Incluso los niños, cruelmente, actúan como verdugos. Grabar y publicar esto envalentona a algunos depravados que sienten simpatías por la causa. Los homosexuales son castigados con su lanzamiento desde lo alto de una torre. Terrible que esto cause simpatías, que se mancille el Islam de esta manera y millones de tranquilos musulmanes sean vistos como potenciales terroristas en muchos países.

Es cierto que ya de por sí el ser humano quiere hacer daño y destruir a los demás. No hacen falta religiones para ello. Pero de seguro que las religiones, interpretadas por supuestos hombres santos, fomentan la intransigencia y la sangrienta naturaleza humana. Pero esto debe parar. Y ya. Países orientales y occidentales han de pensar en cómo solucionar esto. Laicos, religiosos, deben idear una ruta de supervivencia del ser humano, abrir y escuchar al otro y consensuar posibles soluciones. Y el mundo ha de ser capaz de sentir y padecer los excesos de todos lados. Los fundamentalistas islámicos nigerianos de Boko Haram están destruyendo al país, masacrando a inocentes, castigando a cristianos y solo merece la pena relatar esto en un par de periódicos en breves notas. De espanto.

Cada vez que ataca Boko Haram en nombre de lo que creen ellos que es la religión islámica mueren decenas de personas, roban y saquean pueblos enteros, secuestran a multitud de mujeres. Queman a estudiantes, provocan miles de desplazamientos y esto parece menos cruel que los ataque en la publicación satírica francesa. No digo que uno sea menos que otro, pero sí digo que debemos preocuparnos por igual de ambos. Su afán de imponer la sharia en el sur del país hace que incluso engañen a niñas para que se coloquen chalecos bomba y vayan al mercado. Para vomitar de perversidad de estos terroristas. Y el cándido occidente se cura en salud diciendo que la niña era una joven terrorista. De vergüenza. Los primeros afectados son los nigerianos y aquellos obligados a inmolarse, ya sepan su triste final o estén engañados para no saber lo que pasará.

Solo una oposición firme, ya ideológica ya militar al terrorismo son unas de las pocas opciones. Y abrir la mente hacia la inmigración también, pues no vale que con esos miedos se traten en la frontera española con Marruecos a los inmigrantes como potenciales terroristas y bestias casi confirmadas. Y, aún más, el concepto de Nación, ese concepto excluyente que toca las articulaciones del Estado, ese concepto que concibe un habitante medio con posturas medias y afines a lo que se quiere (postrando a los que no se acercan mucho al concepto), ha de ser borrado o modificado de raíz.

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