jueves, 29 de enero de 2015

¿Más 24? Contraproducente

Que los guionistas de Estados Unidos se habían quedado sin ideas era ya algo palpable hacía diez años. Y en el mundo de las series ni te digo. Eso y que hay que sumar que por afán recaudatorio pueden alargar una serie hasta el esperpento.

Ya todo el mundo sabe que me encanta 24. O me encantaba, no sé ya. Revolucionó el concepto de serie: trama atrapante y trepidante, imitación del tiempo real, giros inesperados de guión, acción sin cortes en televisión, pantalla múltiple y temas políticos un tanto delicados. La complejidad de la trama y la evolución de los personajes hicieron que ya pronto se convirtiera en una serie mítica y de culto, de amplia expansión por el mundo. Si pronto se le quedó chica la trama sobre el intento de asesinato de un senador de los Estados Unidos, pronto pasaron al yihadismo con armas nucleares, al narcotráfico mexicano con armas biológicas, al terrorismo islamista, a la corrupción política nacional y las amenazas chechenas, de nuevo a los ataques islamistas engañados por anhelantes del comunismo, a traiciones con rebeldes africanos y finalmente a la oposición sangrienta ante las reformas democráticas de un aliado de Estados Unidos. Esto unido a lazos que combinaban temporadas con otras junto a una película sobre el drama de los niños soldado y las guerras intestinas africanas (bendecidas por los políticos occidentales).

Muchas tramas, muchos hilos, como si fuese James Bond, pero más oscuro, más falible. Lo malo que muchas temáticas empezaron a repetirse y comenzaron a cansar y muchos personajes duraban más de lo normal en pantalla, no encajando nunca. Me gusta especialmente la temporada 2, pero la 5 llega a unos niveles de excelencia que creo le puede hacer la mejor de la saga. La 1, sin ser tan trascendente como las demás, juega con un excelente guión. La 4 no me gustó tanto, pues aunque la interpretación del villano principal era excelente, había cada vez menos giros del guión. Y la 3 es la más sosa a mi parecer, a pesar de los acontecimientos que suceden en ese día y, según mi parecer, el mejor final de temporada que ha tenido la serie nunca. La temporada 7 trae de vuelta a un amigo que había muerto injustamente y con una explicación rara lo convierten en villano. Pero villano tras hacer lo mismo que ya había hecho Bauer, ¿por qué entonces el primero es malvado y el segundo es bueno? Aunque la serie nos muestra que no hay buenos ni malos, solo bandos débiles que pueden ser quebrantados según una idea en principio legítima. La temporada 7, tras el parón, fue como un revoltijo, un 'lo mejor de'. Había escenas que ya habían salido y juntas (unido al tema de las armas químicas y la explicación de por qué Bauer actuaba así) daban epicidad a la temporada. Incluso la conversión de Walker de persona íntegra a usar todo en sus manos para conseguir la verdad: una transición al igual que Bauer en todas las temporadas. La temporada 6 echa para atrás, si bien toca temas delicados como los perfiles raciales y su detención preventiva. Si bien en la 5 sale el mentor de Bauer, Henderson, ahora toca más de fondo y aparece su familia, involucrada en temas peliagudos. Un par de sorpresas y poco más. Y en la 8, ya sin ideas, se encargan de convertir a Bauer en una máquina de matar por venganza, incluso a los jefes de Estado ruso y estadounidense. Tanto hombre de paz por defender que después ni siquiera es vital para la empresa de la paz.

Pero bueno, es normal que las series terminen no en su punto más álgido sino cuando comienza el declive. Un final de infarto dejó contentos a los fans, pero inexplicablemente tuvieron en mente relanzar cuatro años después la serie. ¿Afán recaudatorio? Quizás. Como ya veinticuatro capítulos quedaban largos, simplificaron a doce con un giro final. La serie es concisa y mucha acción a la vez que pocas tramas. Bastante entretenida, pero ya no pega en la época actual. Ya los grandes héroes y la acción sin límite están en declive. Tuvo buena acogida, sí, más por los fans o por la novedad de que ya la serie no tenía lugar en Estados Unidos (seis veces Los Ángeles, una Washington y otra Nueva York), sino en Reino Unido.

Lo que es más difícil de entender es que quieran reiniciar la serie. No han pasado décadas y la gente aún la recuerda. Eso de reiniciar al poco queda feo, es como que quieres usar la franquicia para ganar dinero seguro sin quebrarte la cabeza. 24 ya se quedó vacía, sin nuevas ideas. Hay temáticas que se pueden usar, como en Live Another Day con los drones y su aplicación masiva por parte de EE.UU., pero ya volver a usar a yihadistas (pero ahora conversos al Islam, no hechos de esa fe como recién nacidos...) y las presiones chinas es estirar aún más el chicle. ¿Por qué seguir si no hay más ideas?

No creo que una temporada nueva en Rusia y ya con Morgan como protagonista sea lo mejor. Porque Bauer ya tiene demasiados años (y el actor ya no es tan ágil). Reiniciar todo conlleva a que se repitan las tramas, aunque ahora sean solo 12 capítulos. El especial de Almeida alimenta las sospechas que los creadores de 24 proseguirán con la gallina de los huevos de oro hasta que la conviertan en un ogro desagradable. Y da lástima cómo los propios creadores de un mito terminan destuyéndolo.

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