sábado, 4 de julio de 2015

Diario de Viaje: San Pablo de Manta (Enero de 2015)

Visita relámpago a la capital de la provincia de Manabí para retornar a nuestro hogar. Aparte, una interesante manera de comenzar el año. Lo sorprendente de Manta es su olor a pescado, no sé si serán por las mareas o por los colectores, ni idea, pero fue lo primero que sorprendió al llegar allí. Y la tétrica estación de autobuses, también.

Un paseo corto por el centro, con calles coloridas y algo estrechas, incluso con festejos por el nuevo año. Sin embargo, llevar la maleta a rastras por las cuestas de la ciudad no es nada divertido y lo que queríamos era ver el mar. Dicho y hecho, un taxi nos dejó en la playa más concurrida para almorzar en un restaurante con mesas y sillas que fueron grandes troncos. Después nos fuimos a pasear por la abarrotada playa y sus ordenados chiringuitos. Había incluso muchas réplicas de sillas/tronos de la cultura precolombina que vivía por allí. Y frescos que recreaban ciertas ceremonias.

No pudimos recorrer mucho por culpa de la maleta, pero un recorrido por el paseo marítimo a la tarde nos dejó una excelente postal. Incluso llegamos a ver las grandes letras que eran un atractivo turístico y varias plazas con mucha vegetación. Incluso vimos los divertidos monumentos sobre latas y sardinas, producto típico del lugar.

Ya con la hora apretada, buscamos un taxi hasta la zona militar, lugar donde descansa el aeropuerto de la ciudad. La vuelta a la rutina era inminente.

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