domingo, 18 de octubre de 2015

¿La muerte magenta?

Pues no sé, quizás sí, quizás no. UPyD está más débil que nunca y los ataques y discriminaciones que ha tenido que soportar desde el primer día han pasado factura. Las verdades nunca se sintieron cómodas en el ambiente político.

Aunque no todo viene de fuera. Tanto ataque externo les fue creando una coraza, tanto que terminaron por quedarse sordos. El proyecto de Díez quedó opacado por la propia Rosa y por la sangre caliente y bocazas de Gorriarán. Pero no son el problema, nadie pasa de héroe a villano en dos días. O sí. Hay algo que no funciona, algo que permitía a los que se iban decir cuatro tonterías y ganar toda la credibilidad. En partidos con el dedo de uno como elemento electoral acusaban a Rosa Díez de autoritaria en un partido con primarias a tutiplén. Pero creo que el fallo no fue ese, ni siquiera las pataletas de Sosa Wagner. Lo que de seguro está haciendo daño fueron las contramedidas a todo esto: no pensadas, desorbitadas y con un aire elitista que ha terminado de hundirlos en el pozo.

Ya recuerdo a De la Herrán llamando idiotas (o palabras parecidas) a los andaluces por no votar a UPyD. El votante piensa de una manera y hay que embaucarlo con sus herramientas. Eso de creerse el partido de intelectuales y de gente universitaria le ha hecho mucho daño. En vez de preocuparse por contar con las simpatías de un pequeño sector electoral ha pensado que ellos tenían por tanto la auténtica verdad y que cuando el español medio dejase de ser estúpido los magentas llegarían a la Moncloa. Pues no, golpe mortal este.

UPyD fue de los primeros partidos en este siglo XXI que han atacado al bipartidismo y han puesto bajo la luz la corrupción que todo el mundo fingía que no existía. Fue el primer partido en intentar captar votantes descontentos (me uno a este conjunto) y plantear reformas constitucionales y erradicar gastos superfluos. Sí, fue el primero en indicar el camino a seguir, pero no fue capaz de ser el líder a la hora de surcar este camino. No es que sus propuestas sean malas, al contrario, sino que no supo cómo encauzar el descontento general. Es decir, UPyD descubrió los trapos sucios de España, pero no es capaz de indicar a la gente que ellos pueden ponerse a lavarlos.

Y donde UPyD fracasa, C's y Podemos triunfan, aunque relativamente. Ciudadanos intenta ser la opción dinámica y sensata, aunque se escoró algo a la derecha en el centro político con respecto la formación magenta. Intenta mostrar que es un partido nuevo, post 15-M, aunque es un año más viejo que UPyD. Además, sus políticas en Andalucía y Madrid están desencantando a muchos. Por su parte, Podemos ya ha perdido el fuelle que tuvo durante 2014 y su larga política de indefinición en pos de captar votantes de un amplio espectro, junto a las apariciones cada vez más prepotentes de Iglesias, le ha terminado de pasar la factura. Sin embargo, consiguen mucha representación para ser su primera vez. A ver si pueden aprovechar este tirón, aunque los discursos manidos copiados a IU puede que sean altamente contraproducentes, ya que la formación de Lara y Garzón, a pesar de presentar jóvenes caras, no ha cambiado el discurso que le valió en la década de los 80.

Ahora la traición de Lozano los (nos) ha dejado a todos descolocados. Su postura por la corriente interna Renovadores la pudo poner en un lugar privilegiado en el seno del partido. Irene tenía la empatía y la desenvoltura para tomar el relevo de Rosa Díez como cabeza visible del partido. Incluso proponía pactos o fusiones con otros partidos, en especial con C's. Sin embargo, se vio derrotada por la facción Unidos, con Herzog a la cabeza, continuista de las anteriores políticas y más afín a hacer de grupo jurídico que de grupo político.

Ahora, una reflexión final. Rosa Díez fundó UPyD en un intento de convertirlo en lo que debió ser el PSOE, una formación de centro izquierda con tendencias socialdemócratas (aunque no de manera exclusivas) que defendiese a los ciudadanos en detrimento de territorios y prebendas en un ambiente de progresismo y democracia interna. Irene Lozano se presentó a la cabeza de UPyD en un intento de convertirse en lo que debió ser Rosa Díez, una política carismática que dejase de culpar a los medios de comunicación para que se revertiese la tendencia de destierro mediático, alguien que atrajese a nuevos votantes. Y ahora, la que debió ser Rosa Díez llega al partido que fue la parte no regenerada del PSOE: el propio PSOE.

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