jueves, 17 de marzo de 2016

Diario de Viaje: Ipiales (Septiembre de 2015)

Bueno, la primera vez que entramos en Colombia. Esta vez para hacer unas compras rápidas de tecnología que sale carísima dentro de las fronteras de Ecuador.

El viaje fue bastante temprano, con un vecino y un taxista que hizo jugarreta, ya que puso en su lugar a su suegro y no con el coche apalabrado, sino con el taxi. Bueno, el viaje por la provincia de Carchi es espectacular, tras pasar una zona casi desértica y en remodelación pasamos por valles verdes y cultivos por todos lados (incluso paramos un pequeño intervalo de tiempo en el pueblo Julio Andrade, pequeño y lleno de zonas dedicadas al automóvil). Lluvia y sol se turnaban hasta la frontera de Tulcán. Bueno, ahí empezaba la complicación, ya que el taxista ahora decía que pasáramos nosotros solos la frontera, aunque si iba a Ipiales directo la cosa no tenía problemas. Pero bueno, el cazurro tiró por el lado que no era y nos detuvieron los militares. Ay, qué pena que no le hubiesen retenido el taxi (incluso de los nervios casi los atropella). Tras negociar mucho logramos que nos dejaran ir a Ipiales, pero el automáticamente ensordecido taxista se negó a escuchar nuestras súplicas e iba hacia Pasto. Al menos un par de gritos lograron que entrase, momentáneamente, en razón.

Ipiales es un centro comercial enorme, lleno de centros comerciales. Alguna que otra placita con palmeras y militares disfrazados de militares de gomaespuma. Banderas al viento y muchas tiendas. Y es que aquí la ropa y tecnología son más baratas y la calidad es mucho mejor que en el país vecino. Incluso vimos a gente conocida, la verdad. Paseamos un poco entre altos edificios y compramos y tras comer una buena ración de proteínas cárnicas pusimos rumbo a Ecuador. Tras una hora en aduana para pagar el porte por importar tecnología fuimos deshaciendo el camino. No terminaron las anécdotas, ya que fuimos detenidos por un control antidrogas y el taxista se puso a declarar que veníamos de Tulcán en vez de Ipiales. ¿Por qué? Ni idea, pero ya le queríamos pegar bien fuerte.

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