viernes, 4 de marzo de 2016

¿Tienen la culpa de que las maten?

Esa es la pregunta que te surge cuando lees tantos comentarios y reproches. Rezuman un machismo cerril e involucionista. ¡Ahora la culpa no es del asesino, es del muerto! Muertas, en este caso. Dos chicas argentinas de fiesta en la costa de Ecuador. Fueron apaleadas y envueltas en bolsas. Terrible. Pero en vez de conmocionarse con tan brutal doble asesinato, ¡hay gente que pone excusas, que incluso llega a simpatizar (sin decirlo explícitamente, claro) con los asesinos!

A ver, por muy turista o joven que seas llegas a un país, a una ciudad, a una zona y siempre te dicen por qué lugares es mejor no pasar para no aumentar problemas. Me creo que esas chicas hicieron esa pregunta y decidieron evitar atravesar zonas peligrosas. ¿Entonces? Pues según estos cabestros las mataron porque iban de fiesta sin un hombre, que se emborracharon cuando las mujeres decentes no hacen eso, que iban vestidas para provocar y calentaron a un par de muchachos inocentes para hacerlos sufrir ante la posterior negativa de algo más, se drogaron y bueno, pasó lo que pasó. ¡Joder! ¿Hablan en serio? Me repugna que la respuesta sea sí, que se crean que ese fue la sucesión de hechos que se podía evitar fácilmente si se hubiesen comportado como las señoritas de verdad: sumisamente y en compañía de alguien varón. ¡Son seres humanos!

¡Mierda! ¿No se dan cuenta así que con ese razonamiento justifican el machismo, que justifican la depravada mentira de que las mujeres tienen algo en la cabeza que no las hace capaces del todo? Todos, hombres y mujeres, tenemos nuestras virtudes y defectos. Y cada persona, como ente individual tiene características únicas y también comunes. ¿Cómo es eso de relativizar a la mitad de la población humana? ¿Cómo que matar a unas chicas que solo querían divertirse sin hacer mal a nadie no está tan mal? ¿Si hubieran sido chicos las críticas serían iguales o eso sí es para condenar? Te quedas de piedra. Uno cree que en el siglo XXI con una sociedad más igualitaria y abierta, con una globalización que aparte de sus sombras pone sobre la mesa temas e ideas de interés general, la gente empieza a ser más consciente de que la discriminación es algo inútil, contraproducente y punible. Pues no, ante estos actos la opinión (y no solo en casos aislados) es que hombres y mujeres no han de convivir en igualdad.

A ver si yo me quiero divertir, si yo quiero viajar solo, si yo quiero emborrachame y drogarme, si yo quiero vestirme como me da la gana, pues lo hago y listo. Nadie ha de verse habilitado a tocarte un pelo si no agredes a nadie ni perturbas el ambiente. Y menos nadie tiene derecho a criticarte por hacer eso. Doble moral edificante (que en realidad no, por supuesto) que dejó implantada la época victoriana. Las familias evidentemente no se creen la versión oficial de la policía, en un país donde la verdad a la cara ocurre muy de vez en cuando. ¿Intento de rapto para obligarlas a prostituirse? Es la versión que cobra más fuerza. Ah, pero cavar ahí no conviene, porque involucraría sectores políticos y policiales y la connivencia de muchos habitantes mirando para otro lado. Lo más fácil es echarle la culpa a un muerto. Un muerto no se defiende de calumnias.

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