miércoles, 19 de abril de 2017

Diario de Viaje: Puerto Baquerizo Moreno (Mayo de 2016)

Mucho madrugar y muchas sacudidas por el Océano Pacífico nos llevaron a la Isla de San Cristóbal, situada al oriente del archipiélago. El objetivo era llegar al hotel para intentar relajarnos y sobrevivir un poco. El sitio estaba bien, cerca del puerto, con habitaciones tipo casitas al descubierto. Los dueños daban un poco de miedo pues estaban rodeados de estampas y esculturas religiosas y muchas citas bíblicas. Pero bueno, no nos podemos quejar. Tenía mesa de ping-pong y eso ayuda mucho, je. ¡Y una sala de comidas que daba justo al mar!

Puerto Baquerizo Moreno no es muy grande, la verdad. Pero tenía sitios bonitos, y una cantidad inmensa de leones marinos, con sus ruidos y olores y ganas de dormir intactas. Había una playa al lado del paseo marítimo llena a rebosar de estos curiosos animales. Los bares estaban bastante bien, de los mejores que vimos en la provincia de Islas Galápagos. Mucho pescado para comer, muchos cocktails. Al principio fuimos a una playa diminuta que está al frente del Centro de Interpretación de la isla. Un poco pedregosa, la verdad, pero con olas claras y fuertes y muchos leones por doquier. La ciudad seguía teniendo un encanto especial, aunque siempre conserva el aire ecuatoriano a la hora de la arquitectura. Otra playa que visitamos fue Playa Lobería (más allá del aeropuerto) donde, irónicamente, había pocos lobos marinos. Sin embargo era más amplia, tuvimos que caminar largos minutos hasta llegar a una bahía que no estaba inundada de rocas y podíamos bañarnos con tranquilidad. Eso sí, policía por todos lados. Ya sabemos lo locos que pueden ponerse los turistas al ver fauna del lugar.

Contratamos otro día a un guía-taxista que nos llevó por varios lugares y nos explicó detalladamente la historia de la isla y los lugares característicos. Nos llevó hasta la laguna de El Junco, un antiguo volcán extinto con su cráter inundado de agua de lluvia. Como no podía ser de otra manera, nos bajamos del taxi y comenzamos a subir hasta el borde y darle la vuelta. La vista es espectacular. Desde tan arriba incluso se ve la costa por varios lugares. Lugares agrestes que podrían ser parque natural y zonas de cultivos. Incluso casas o lugares enormes que se entroncan con la historia del lugar. Una buena caminata rodeados de silencio, aves lanzándose al agua y transiciones de niebla y sol.

Después llegamos hasta la galapaguera Cerro Colorado, donde sí pudimos ver cantidad de tortugas galápagos dando vueltas entre mucha vegetación. Enormes bichos que incluso peleaban entre sí. Incluso vimos la zona donde se crían los huevos y donde se protegen a las diminutas tortugas hasta que son capaces de vivir a ras del suelo y, no sé a qué edad, liberarlos por toda la galapaguera, con multitud de árboles de la zona para que las tortugas puedan vivir con tranquilidad. El centro de interpretación daba la sensación de estar con poco uso.

Tras esto terminamos el camino principal llegando a la playa Puerto Chino, donde, según nos contaron, se rodaban antes muchas películas porno. Es una pequeña bahía rodeada de cerros agrestes. Su arena es muy clara y está a rebosar de leones marinos, ya que la pendiente es muy ligera y pueden dormir la siesta mientras se mojan.

Abandonar la isla, de nuevo en barco, nos dejó la última vista de San Cristóbal. Como detalle, en la lejanía, pudimos contemplar los enormes y puntiagudos islotes que conforman el León Dormido.

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