sábado, 8 de abril de 2017

Marzos de dolor

Marzo, como siempre. Un poco tarde, pero con las mismas reflexiones. Un recuerdo imperecedero a las víctimas del 11-M. Va por todos vosotros, con alientos de paz y democracia.

Paz y democracia. Ahora, con tanto populismo, es difícil encontrar a este par de amigas. Atentados en Londres, en Estocolmo, en Mosul y en un sinfín de lugares. No es venganza, no es reivindicación, son unos enfermos contra todo el planeta. Mientras eso no se vea y siga la letanía de enfermos mentales en acciones asiladas, poco vamos a lograr. Cuesta decirlo, pero a veces hace falta la guerra para asegurar la paz.

En el Reino todo patas arriba. La crítica al franquismo y los laudos al terrorismo tiene la frontera más liviana que nunca. Humoristas que están siendo llevados ante la Justicia, tuiteras que están pagando con creces lo hecho. Es de escándalo que lleguen a darse estas situaciones, aunque eso no quite de los comentarios que destilan odio supremo hacia todo. ¿Por qué? Y lo peor, cómo ambos bandos políticos van rápido a hacerse fotos para cubrir su cuota de informativos y después si te he visto no me acuerdo. La democracia parece una pantomima televisada. Un desastre. Si han cometido delito pues bien, pero analicemos la pena, ¿por qué no dedicarla a actividades sociales? Es más, puede que todo venga de más adentro, de más profundo. Quizás una ley e investigaciones que logren reparar a las familias de las víctimas, sí, las que unos llaman despectivamente 'las de las cunetas'. La Ley de Amnistía (recordemos que no fue propuesta por el partido en el Gobierno) ha tenido sus acciones positivas y ha permitido lo que hoy vemos, pero no se puede alargar hasta el infinito. Esta inquina, estas voces que saltan rápido diciendo 'facha' o 'rojo' no pueden conducir a un buen final. Es hora de revisarla, de sentenciar (aunque sea simbólicamente y a título póstumo) al aparato franquista y a sus mantenedores. Hay que revitalizar la Ley de Memoria Histórica y dar un respetuoso final a los que perdieron la Guerra Civil y sus familiares. No saber dónde está tu familiar (coincidas o no con su postura, aunque es de niño pequeño pensar qué era lo correcto por hacer estando muy lejos de la situación de aquellos jóvenes obligados, en su mayoría, a combatir en uno u otro bando) es algo que te destroza. Darle un digno entierro y un merecido homenaje es lo mínimo que se puede hacer. No, eso no va a destruir el Estado; no, eso no va a hacer repudiar a la Transición. Lejos de esos temores, Estado y lo generado gracias a la Transición van a quedar muy reforzados. Ojalá esto se dé más pronto que tarde y ese odio que carcome por dentro desaparezca, al menos en la mayor parte de la población.

¿Y ahora qué pasa con ETA? Esto vuelve incluso al tema de enfrentamientos eternos. Esta vez parece que se desarman. O al menos de manera simbólica (armas y explosivos ya están inutilizables por su falta de mantenimiento y que hace mucho que no se usan). Sigo sin verlos como adalides que quieren paz y un cierre digno. Creo que la política del Gobierno del alejamiento de presos ha hecho mucha mella y ha provocado reflexión en familiares y reconversión en presos. Si de verdad van a desarmarse pues que indiquen dónde están todos los zulos y escondrijos, que entreguen hasta la última bala. ¿Después? Si el arrepentimiento es serio, que lo anuncien, decreten su disolución final, total e irreversible y se entreguen. Ya tras un juicio justo deben colaborar con la Justicia para aclarar todos sus crímenes sin resolver. No pidamos menos, esto también ayudará a restañar un largo y difícil conflicto. Los familiares de las víctimas no se merecen menos.

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