viernes, 9 de marzo de 2018

Choque generacional

Se dice mucho que le dejaremos a nuestros descendientes un planeta en muy malas condiciones, en una situación muy precaria. La generación de nuestros padres cree, no sé si con razón o sin ella, que los valores que nos rigen son débiles y que estamos anestesiados para agarrar con fuerza el destino. Sin embargo, tienden a olvidar que parte de los males que nos aquejan hoy en día han sido cultivados y promovidos por ellos. No soy yo el que ha elaborado e implantado el neoliberalismo que carcome todas las bases de nuestra civilización. No es mi generación la que ha generado un sistema en el que nunca estás suficientemente preparado para nada, donde incluso las empresas esperan que ya estés formado en mil cosas para no "perder" tiempo y recursos en formarte. La gran mayoría de mi generación es consciente del cambio climático y no es tachado de un alarmismo por fenómenos naturales cíclicos... No sé si seguir, la verdad.

El mundo que nos comentaron que existía más allá de las puertas de nuestras casas y por el que fuimos instruidos ya no existe. Somos una generación muy preparada, sí, pero para un mundo que ya fue. Hacer carreras por hacerlas, implementar cursos, másteres y especializaciones que son muy ligeras pero obligatorias para acceder a ciertos puestos de trabajo (¡y bien caras que cobran las tasas de inscripción!). Una generación, no quiero ni pensar a los que son menores que yo, que fue apartada de la práctica. Como que, por ejemplo, conocemos las ecuaciones, elementos y entresijos que conforman un motor, pero nunca hemos visto uno real de cerca y ni hemos trastocado nada para ver cómo implementar lo que sabemos. ¡Menos mal que ahora están las becas de formación en las que una empresa no te paga pero que trabajas de lo lindo solo por cumplimentar una nota de una asignatura!

Estoy escribiendo con bronca, con enfado. Es posible que no vea hoy con tanta claridad nuestros enormes defectos. Pero sí que estoy cansado de que las generaciones mayores se encarguen de recordar qué patéticos somos y que en su época todo fue más épico. Eso sí, indagad para ver una vida muy lineal donde el amiguismo y la colocación en el puesto de trabajo eran una única cosa. ¿Meritocracia? A saber cuándo fue la última vez que se aplicó eso.

En algunos sitios se habla de la generación burnout, la generación quemada, desgastada. Esforzarse más allá de la capacidad natural de cada uno para poder llegar a una mera ilusión de estabilidad (ay, a cuántos se nos habrá dicho que si no te sientes destrozado al final del día es que no has trabajado bien). Produzca más por lo mismo. O por menos, ya que estamos. La precarización laboral queda acompañada de espejitos de colores en forma de series, tecnología a comprar y deportes (el ranking de popularidad y aceptación social es vestir y arreglarse como un futbolista o tener el móvil de última generación). Y los consejos de los mayores huelen más a crítica descarada que a otra cosa. Críticas basadas en sus vivencias en las que nunca se acercaron a las vivencias de la gente de ahora (búsquedas de trabajo y desarrollo de perfiles por Internet, experiencias en el extranjero, sociedad de la información masiva y falso puritanismo), por lo que pierden vigencia y sentido aunque se nieguen a verlo.

En fin, dejo de volcar mi bilis por ahora. La vida no es fácil, amigos. Por eso os mando un buen consejo: hay que rodearse de gente que aporte, que no te sea tóxica. Fin.

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