domingo, 13 de octubre de 2019

El duque enjaulado (y con razón)

Hace poco saltaron los noticieros sobre que antes de lo estipulado ha salido Iñaki Urdangarin a hacer voluntariado y demostrar buena conducta para la reducción de pena. No sé si los que han accedido han considerado que el aislamiento puede hacerle mal o para congraciarse equivocadamente con las instituciones. Ni idea. La Fiscalía ha actuado rápido ante esta tropelía y parece que va a seguir rigiendo en Zarzuela los protocolos establecidos por la Reina, puesto que ella tiene más claro cómo responde el pueblo ante estas situaciones: aunque sean legítimas estas salidas la opinión pública las va a valorar fatal. No creo que quieran ahora dar un paso en falso cuando se vienen las cuartas elecciones generales en cuatro años, con un Gobierno en funciones y colectivos cada vez más descontentos con la inestabilidad política.

Ya quedaron muy atrás las quinielas agoreras de sectores republicanos, enarboladas por varios dirigentes de Podemos, a saber, la caída de la Monarquía ante tal escándalo. Imputaron a Iñaki y no se hundió nada, imputaron a la Infanta y tampoco tuvieron que salir corriendo de la Zarzuela. Ya hablaban de complot para que fuera declarado inocente en el juicio y no fue así, después imaginaron la estupefacción de que saliera de rositas Cristina (casi aciertan, pero hacía malabarismos para evitar mencionar la cuantiosa multa que ha tenido que pagar). Muchos quedaron con la boca abierta cuando entró en la cárcel y azotaron el avispero de que esto no iba a ser así, que se iba a fugar. Y después, como ya no tenían recursos, empezaron a insinuar que la falta de imágenes era porque había un complot de las grandes esferas del Estado por el que simulaban que estaba en prisión pero en verdad está ricamente a saber dónde.

Ojo, no quiero decir con esto que no haya tenido injustamente trato privilegiado. El cerco contra las cámaras, el módulo de la prisión abulense para él solo en una cárcel de mujeres, los privilegios de visitas de familiares, es para enfadarse. Otra cosa es que todos los agoreros, viendo que sus hipótesis de inmunidad regia no funcionaban, empezaban a decir "ahora veréis que sí, que pasa tal o cual injusta cosa" y siempre han fallado. Sí, aunque parezca extraño y estemos poco acostumbrados, la Justicia es imparcial y aunque lenta y a veces contradictoria, no ha temblado en impartir justicia. Como debe ser. Esto merece un fuerte aplauso, no somos el país bananero que muchos gritan a los cuatro vientos.

El concepto de fortaleza, madurez y solidez de las instituciones es algo bastante de aquí, europeo en sí pero reforzado aquí en España. No hay mito fundacional que sea definitivo, no hay un antes y después como pudo darse en una independencia latinoamericana, no se puede ahondar más allá de la Transición pues se entra en el fango del franquismo. ¿Entonces? Se está tomando como partida la Transición, se está intentando crear una idea de Estado, de país, con elementos comunes que no enfurezcan (dentro de lo que cabe) a ninguna de las partes. ¿Y quién lleva ese papel? Las instituciones como conjunto: Corona, Gobierno, Cortes Generales, Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo. No se le da preponderancia a ninguna para no desgastarla o no condensar sectores críticos, a la vez que se interrelacionan entre ellas para verlas como un todo, un todo que funciona. Con virtudes y defectos, con apoyos y detractores, pero algo que funciona. Es por eso que decir "okupa" al presidente Sánchez, por haber accedido a Moncloa tras una moción de censura (supuesto constitucional muy claro y muy legal) no ayuda a tu partido, sino más bien mina la fortaleza de una institución (hoy ejercida por un socialista, mañana ejercida por otra persona). Hablar de jueces parciales porque no te gusta la sentencia también mina la institución. Hacer del Congreso y del Senado corrales de comedias en vez de retórica y debates constructivos también minan las instituciones. Atacar a la Corona sin proponer ninguna alternativa sólida también minan las instituciones (o sea, si hacen algo mal se les critica y se les exige enmienda pero decir "no vale" y no proponer nada a cambio carece de sentido).

Construir una idea de país basada en las instituciones tiene sus puntos buenos, como por ejemplo que es una idea bastante pragmática, que se ve, que evoluciona y que se adapta a las circunstancias concretas, sin importar las personas que ejerzan de poderes del Estado. ¿Lo malo? Que se genera una dependencia o connivencia que evita que se las pueda criticar si hacen las cosas mal (vaya que criticarlas haga que desaparezcan y a cambio no haya nada útil). Y es que, como en toda creación humana, no hay nada perfecto.

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