sábado, 4 de julio de 2020

Diario de Viaje: Castillo de Bayuela (Junio de 2019)

Ya entrando en junio el calor va aumentando y se hace cada vez más difícil ir por el campo. Pero bueno, saliendo temprano te da tiempo para dar algunos paseos y seguir descubriendo. A inicios de mes tocó Castillo de Bayuela, enclavado en la Sierra de San Vicente y aparcando en la entrada del pueblo te da por recorrer con más detalle. Es muy loco que la carretera principal, de improviso, haga un giro de noventa grados y se estreche tanto que se convierte en una operación complicada si se encuentran varios coches en ambos sentidos.

A pie llegamos a la plaza del ayuntamiento, donde se encuentra el Rollo Jurisdiccional tan abundante por la zona castellana, una antigua señal de que podían impartir justicia sin depender (ni trasladarse) a otro centro urbano. Muy cerca te puedes encontrar otra placita, con hierba y elevada, que tiene algunos verracos vetones. Esto me atrae porque revive una historia bastante antigua, cuando la Península Ibérica estaba poblada por celtas, íberos y celtíberos y conformaban diferentes pueblos previos a la romanización. Incluso un vecino se me acercó y se ufanó de la historia del lugar.

Callejeamos un poco, en ascenso, hasta lograr salir del pueblo y encontrar un sendero que rodeaba una finca. Lo curioso de muchas fincas del lugar es que están cercadas por muretes de piedra ya con musgo y te hace pensar en tiempos remotos. El camino, con ascensos y descensos, entre rocas graníticas y encinas nos llevó hasta el Balcón, un lugar con asientos y mesas de piedra que te permite tener una panorámica del valle del Tajo. Impresionante y admirable. Después pasamos por el Parque de los Austrias, que es otro jardincito con una piedra que formaría parte de un frontal de alguna casa, ya que porta un muy erosionado escudo real de la dinastía Habsburgo. No lejos hay una rotonda con cerámica de la zona bastante interesante.

Si caminas más puedes llegar a la iglesia de San Andrés Apóstol, con una planta típica a las iglesias de la comunidad autónoma, con un bonito arco que hace de entrada principal en uno de sus laterales. Desgraciadamente, a pocos metros de la iglesia hay otra cosa muy común en la zona, que es una cruz en homenaje a los muertos de la Guerra Civil a manos del bando republicano. Su redacción gloriosa y obscena queda como una espina al no encontrar tan fácilmente otras cruces en homenaje a los muertos por parte del bando nacional. Simbología franquista que se resiste a desaparecer.

Atravesar de nuevo el pueblo para ver los montes de la sierra e intentar acercarse al castillo que da nombre al pueblo. Este se ve cuando te acercas en coche pero llegar a él, sinceramente, no pudimos y aún a día de hoy no he vuelto a intentarlo, desgraciadamente.

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