Seguidilla de visitas tras el primer estado de alarma. Teníamos aún intención de ir viendo lugares de Madrid donde poder mudarnos con conexiones a la capital más o menos rápidas. Le tocó ese domingo a Ciempozuelos, que no es muy grande pero tampoco muy chico, un tamaño que me parece ideal pero que en su contra tiene un cercanías con una frecuencia un tanto alargada y que ya me pillaba a traspiés del trabajo. Aunque no era mal sitio.
Mañana calurosa y tras dejar el coche cerca de la estación fuimos hasta el amplio parque que queda en frente de la Universidad de Comillas. En ese sitio sí se podía pasear y había lugares con buena sombra. Un poco de paseo más nos llevó hasta la parte con más callejeo y recovecos, mucha mezcla cultural que anuncia que se pueden generar sinergias interesantes. Esculturas, iglesias pequeñas y bonitas y la plaza cuadrada amplia que contiene al ayuntamiento en esa disposición tan típica de esta parte central del país.
Recorrimos un largo rato el centro y viendo que era de casitas y que quizás alquilar ahí se iba a complicar nos dirigimos hacia el norte, aunque nos tocó ver zona de chalés: bastante buenos pero no nos alcanza con los sueldos. Ya de ahí volvimos por otro lado hacia el centro y encontramos una tienda de croquetas que nos comentó que abrieron la semana en la que empezó el confinamiento y que todos sus planes habían ido al traste y que ahora volvían a empezar pero sin el colchón económico que tenían como seguro. Esta pandemia ha hecho mucho daño al pequeño empresario y creo que a día de hoy sigue siendo buena idea comprar en el comercio local.
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