viernes, 20 de mayo de 2022

Elon y la red del pájaro azul

 Ha sido uno de los temas del mes, aunque la cosa va tan rápida que queda atrás la noticia como si hubiese sido miles de años. Elon Musk lanzaba una oferta irresistible para comprar Twitter y las redes han saltado en bandos de emoción y desconfianza. Por ahora parece que la evaluación de las cuentas fake ha frenado todo, aunque esto puede ser una maniobra para rebajar el precio de compra. ¿Quién sabe?

El hype por Musk me duró poco. Lo presentaban como en Tony Stark de nuestro mundo. Algo excéntrico, muy rico y con ideas innovadoras como los coches eléctricos y autónomos, así como el relanzamiento de la carrera espacial. Hasta ahí bien, pero solo hasta ahí. Puede ser lo excéntrico que quieras pero tiene en el fondo ese aire clasista y prepotente que caracteriza a las antiguas familias multimillonarias que manejan los hilos mundiales. Sobre todo me saltó la alarma cuando se hablaba de que había bastante litio en la confluencia entre Chile, Boliva y Argentina y exigía que debía ser explotado ese recurso. Ante las insistencias que eran estos países los que tenían que decicir rápido dijo que no, que en caso de que no se plegaran a sus delirios para eso estaba el ejército. Sí, dijo un secreto a voces pero no para exponerlo sino para hacer una amenaza en el buen estilo pasivo-agreviso.

Su familia sudafricana con control de minas de diamante y que se reforzó en los años más duros del apartheid desmienten el mito de que es alguien hecho a sí mismo, que viene desde abajo y que viene a azotar el avispero. Puede tener buenos puntos y señalar cuestiones incómodas, sí, pero que estos gestos no nos hagan olvidar quién es realmente.

No me creo que necesite Twitter para ganar más dinero o que quiere implantar pro bono de nuevo la libertad de expresión más extrema. Querrá la red social por la gran influencia que tiene. Aunque en realidad esté lejos como la red social más usada es la que más marca la agenda, ya que los medios de comunicación clásicos tienden a sondear a la opinión pública ahí. Y a rescatar noticias también. Si puede imprimir una agenda de opinión que le sea afín ya se le puede allanar aún más su camino a lo que tenga en mente.

Por otro lado, tampoco me parece a día de hoy que Twitter sea un páramo de felicidad y bienestar y que viene el malvado Elon a desbaratar esto. El consorcio que lo dirige actualmente no es para nada una colección de monjitas de la caridad. Si en los inicios la red de microbloggin se caracterizaba por tener predominancia de debates educados y con conocimiento de causa hoy en un antro de polarización donde con el anonimato la mayoría aprovecha para soltar la mala baba que no puede soltar en la vida real. Ojo, no digo que per se el anonimato sea malo, puede ayudar en muchos casos de divulgación a evitar represalias por opiniones o por dar información relevante para ciertos asuntos. Además, la aleatoria política de censura y represión de cuentas es algo de sobra conocido. Musk no vendría a inventar nada, quizás a aplicarlo de otra manera.

Los jerarcas saudíes tampoco me parecen personas de confianza, así que si entra Musk será el mismo perro pero con distinto collar. La red ha dejado de ser atractiva a los usuarios (TikTok e Instagram ganan por goleada) pero aún mantiene el halo de contener como usuarios de un producto generado por una empresa privada (no olvidemos esto nunca, por favor) a instituciones, políticos, famosos, periodistas, etc. Su capacidad de influencia es el activo que todo el mundo busca porque hay que recordar, como siempre, que si algo es gratis es que en realidad tú (o tus datos) eres el producto que venden.

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