Volviendo de nuestra fugaz visita a Salamanca pasamos por este hermoso pueblo. Sigue fuerte en mis recuerdos este municipio abulense donde paseamos por sus calles un largo rato y dimos un rodeo a su pintoresco castillo de Magalia con sus torreones bajos y anchos, todo cubierto de techos de pizarra que le dan un aspecto muy particular en la lejanía.
Comimos bastante bien tras pasear un rato por los riscos y pasar junto al convento de Santo Domingo. Como íbamos bien de tiempo cruzamos la carretera para hacer una pequeña e intensa ruta por los pinares. Me llevé buenos recuerdos, sobre todo cuando fuimos rodeados por decenas de cabras que nos miraban con un interés apabullante. Y caminando entre pinos hasta llegar a un rincón donde estaba una escultura de un pensador. Bastante interesante, la verdad.
También las vistas en un mirador (si no me equivoco el de Mataborricos) se me han quedado grabadas viendo en la lejanía montes pelados que habrían estado nevados hasta hace pocas semanas. Un cielo amenazante de lluvia y una ladera con vacas paciendo la mar de tranquilas. Un paseo muy reparador, sí.
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