El sureste de Madrid tiene un paisaje bastante particular y me gusta mucho. Una zona de transición, de retomar la Meseta aunque aún con vegetación y orografía, aunque el cultivo de secano y los tonos blancos y amarillentos del suelo empiezan a dominar.
Para el puente de octubre fuimos hasta este lugar y empezamos a caminar por la vía verde. Se escuchaban de vez en cuando algunos disparos de cazadores pero estaba el sendero bien acondicionado y con mucha gente. A lo lejos se veía el pueblo como en un valle, una postal preciosa. Además, había zonas que me recordaban mucho a la vegetación del páramo ecuatoriano.
Al alejarnos mucho nos encontramos con varios cazadores pero el encuentro fue bastante amistoso. Empezamos a atrochar por una zona donde los senderistas se han entretenido en hacer varias columnas de piedra. Las modas.
El pueblo no lo recuerdo tanto pero sí que había multitud de panaderías en las que vendían las riquísimas palmeritas del lugar. Seleccionar solo media docena fue algo complicadísimo. Eso sí, muy muy ricas. Fama totalmente merecida.
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