Mi padre siempre me habló de esta aldea pequeña durante sus años de adolescencia, que iba aquí a trabajar, a llevar las cuentas de cierta empresa, no recuerdo. Y bueno, decidimos ir por carreteras secundarias y ver cómo era la zona lejana de la autovía, estrechos caminos por los olivares. No había mucho tráfico pero nos cruzamos con algunos que estaban dándole una vuelta a sus olivos.
San Julián no es grande para nada, de forma rectangular y con casitas blancas. Un silencio enorme y una plaza mayor con algunos arbolitos y césped (con la consabida iglesia, claro) con algunos abuelos muy simpáticos que se interesaron por nuestras ganas de hacer turismo en un lugar algo olvidado.
A las afueras podías ver un pequeño cerro con una ermita en su cima, supongo que alguna advocación y centro de peregrinación en ciertos momentos del año. Mi padre se quedó con las ganas de venir, aunque cree que es necesario hacerlo más ceremonial.
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