jueves, 16 de mayo de 2013

Alfonso XII y las Cortes de 1878

La segunda apertura de Cortes de 1878 tiene el carácter de ordinarias, por lo que Alfonso XII da un mensaje al Poder Legislativo sobre el balance del Estado y las vías que podría tomar.

En primer lugar se congratula por su reciente matrimonio en un ámbito de paz y reposo nacional con María de las Mercedes, siendo felicitado por todos y que la nueva Reina quiere compartir además de los esplendores, los deberes y sacrificios inherentes al cargo regio. Por tanto, no solo quería convalidar su matrimonio por un altar, sino que decide presentar a la Reina a las Cortes, como buen régimen constitucional. Ambos se comprometen con sus fuerzas a la felicidad del pueblo español, aunando sus dichas con las de este. Recuerda Alfonso XII las felicitaciones de jefes de Estado de todo el mundo, no solo por su enlace, sino además por el buen rumbo que está tomando España: valoran su historia y se preocupan por las recientes guerras, pero se congratulan de que con paz estén alcanzando prosperidad.

Pero no todo son alegrías, puesto que murió su padrino, el papa Pío IX, deplorando su marcha como católico y como ahijado; pero está seguro que no es necesario un paso del tiempo para que se valore su figura como muy positiva en el devenir de la Iglesia. Tiene por seguro que su sucesor traerá concordia entre la Iglesia y el Estado.

Tras estas introducciones pasa a declarar que su Gobierno está en buenas relaciones con las potencias extranjeras y que por ello plantea eliminar trabas arancelarias. Hay tratados con Grecia, Dinamarca, Francia (donde las dificultades de comercio han sido eliminadas de manera vehemente), Austria-Hungría y Bélgica. En materia interior se muestra el Rey satisfecho por el rápido acatamiento de las provincias vascas al resultado del conflicto y que se hermanan con las demás en derechos y deberes, tanto militar como económicamente.

Como viene siendo habitual Alfonso XII pasa a hablar del Ejército, con mejor instrucción y disciplina, pero que aún necesita atención preferente aunque haya paz, puesto que necesita ciertos fondos, pero sin redundar en demasía en la maltrecha Hacienda. Ve también casi finalizada la larga guerra en Cuba gracias a la colaboración de todos; en breve Gobierno y Ejército tendrán la recompensa de la victoria. Pero esto no viene solo, ya que hay una política de reconstrucción administrativa, económica y social en la provincia cubana: su prosperidad afectará de manera positiva al resto de España. Todo esto viene acompañado también de políticas gubernamentales más clementes hacia los que, según él, extraviaron su cordura y anhelaron la independencia. Espera Alfonso XII que la concordia y el patriotismo no tarden en llegar a Cuba. Para evitar imitaciones indeseables en Filipinas y Puerto Rico pide que haya importantes mejoras en estas zonas.

Con la paz el Gobierno puede ocuparse sin demoras de la mejora de la administración económica, algo fuertemente deseado por los españoles, por lo que los presupuestos anuales serán inmediatamente presentados para su deliberación. También será tema a debatir el pago de la deuda con un 6 % de interés, además de una mejora en los procedimientos de enajenación de censos y terrenos vendibles en función de la nueva clasificación que se está llevando a cabo, junto con una reducción del tiempo de demora. Y es que, para el Rey, saldar la deuda no solo es una obligación preferente, sino también sagrada.

No por ello han de dejarse atrás  las leyes diplomáticas y consulares, además de una ley de foros para dar garantías legales a los propietarios de terrenos. También ha de haber una reforma de casación civil que ya fue aprobada por el Senado. Y cómo no, es vital reformar el Código Penal para que se ajuste a la nueva Constitución. No hay que olvidar tampoco la instrucción pública y la eliminación de puntos oscuros, así cómo legislar sobre los presupuestos de expropiación forzosa para obras públicas. También urge la atención de los legisladores a la tan ansiada ley de imprenta.

Para acatar la Constitución es vital una ley de reunión pública y un reglamento de incompatibilidades para diputados, así como evaluación para los casos de procesamiento a autoridades y agentes. Es incluso necesaria una reglamentación para los ascensos en la Armada, que ya fue analizada por el Senado. Además, son necesarias muchas leyes para el Ejército, sobre todo la ley constitutiva. El Gobierno confía en que las Cortes se pondrán en breve tiempo a debatir tantos puntos.

Finalmente, se despide Alfonso XII comentando que el Trono ya está sólidamente asentado junto a las libertades políticas al vencer a todos los enemigos con los que se enfrentó al llegar a España. El culmen de la Constitución de 1876 trajo muchos beneficios pero España aún necesita mayor bienestar moral y material, cosa que los diputados y senadores han de proveer con su inteligencia. Para ello, ve necesario una reorganización de la administración y la simplificación de servicios, así como una prudente economía productiva que aproveche recursos y que mejore la Hacienda.

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