jueves, 18 de julio de 2013

Condenados a un eterno retorno (Libro de Feria 2013)

En estos momentos en que la Feria está a punto de entrar en cada rincón de Villa del Río hay una combinación de alegría y ansiedad por llegar a estos días y disfrutarlos lo máximo posible. Es cosa para alegrarnos, claro está. Pero también mucha gente considera que estas jornadas previas merecen reflexión y una visión crítica para idear cómo afrontar el nuevo periodo laboral y educativo que se inicia tras el parón estival. Es por ello que os invitamos a leer estas páginas con aire crítico y con afán de aprender y reflexionar y, si es posible, sacar tras una criba algo de provecho para aplicar en la vida cotidiana en un intento de mejorarla.

A pesar de que tengamos nuevos ropajes, tecnología que nuestros abuelos ni siquiera soñaron en su tierna infancia o conocimientos científicos asombrosos la verdad es que el cerebro humano es prácticamente el mismo que el que poseían los primeros hombres, hace ya como unos 200000 años. Esto se ve claramente en que aunque nos creamos muy avanzados y racionales siempre llevan las de ganar las emociones y los sentimientos más profundos, así como arrebatos, idealizaciones o comportamientos intrínsecamente sociales.

Y ahora, si nos permitís, queridos lectores, vamos a arañar un poco sobre el tema de la idealización: lo que creemos o suponemos que ha de ser la sociedad perfecta o los medios necesarios para llegar a ella. Cada uno, de manera legítima, tiene derecho a pensar qué es lo que conviene más a la sociedad en su conjunto, o incluso al círculo íntimo con el que te relacionas. Pero de manera reiterativa a lo largo de la historia siempre se ha pensado en un futuro utópico (que por definición es inalcanzable) o la vuelta a un pasado idealizado (que, de hecho, jamás existió).

No solo largos textos eruditos tratan esto, sino que hay otra corriente más afín y más cercana, como es la ciencia ficción.

La ciencia ficción evidentemente juega con modelos de sociedades para nada irreales, ni siquiera imposibles, sino inspiradas en la observación crítica de los hechos sociales, políticos e históricos.

En muchos casos la propuesta consiste en imaginar otros mundos posibles y otras posibilidades tecnológicas, pero con formas y encuadres tan familiares que inevitablemente nos hacen pensar en nuestros propios medios sociales y políticos. El recurso a su antípoda, en algunos casos, confirma la regla.

Así, Orson Scott Card en su magnífico libro El juego de Ender, que se estrenará en la pantalla grande en noviembre de este año, instala en el habitual escenario de la amenaza alienígena y el exterminio de la humanidad, un contrapunto entre formas de pensamiento: el humano y el “Insector”.

O sea, pensamiento único global donde la libertad de pensamiento está prohibida, viejo anhelo de los regímenes totalitarios, por un lado, o ensalzar lo que nos hace esencialmente humanos: poder pensar y crear a nuestro antojo, por otro.

Las novelas de ciencia ficción, si quitamos todos los adornos de extraterrestres y naves espaciales, quedan en estas diatribas: análisis de la sociedad y sus intereses e, incluso, las crisis y guerras que hacen que se repitan estas corrientes una y otra vez a lo largo del tiempo. Para pasar de una mente colmena a una mente individual, ¿es todo legítimo? Si para ganar hemos de imitar los procedimientos del enemigo para actuar como él, ¿en realidad no son ellos los victoriosos aunque ganemos nosotros? Para pensarlo detenidamente.

Existe también otro recurso en los libros de ciencia ficción. Quizás sea un reflejo de nuestra cultura judeocristiana, con la que nos hemos educado, o un resabio de épocas antiguas donde aún merodeábamos por la sabana africana. Me refiero, cómo no, a la figura del Mesías, del Líder, de la Referencia que hay que seguir para conseguir algo. La humanidad representada por una única persona.

Nuevamente, en la obra de Scott Card encontramos una humanidad que se mantendrá unida en tanto permanezca la amenaza que recae sobre ella de forma global, mientras que sus divisiones internas yacen latentes…

Pero también revoluciones y reinados que se suceden como siguiendo un ritmo pautado, cíclico. Revolucionarios que son absorbidos en la idea de “mesías” por las multitudes, cuya proclama se vuelve contra sí mismos y contra la propia transgresión que lo inspiraba.

Porque claro, si se admite que solo una persona (John Connor en Terminator, Neo en Matrix, Paul Atreides en Dune…) es capaz de reconducir a miles por una buena senda, ¿no se estará haciendo una jerarquía estricta e inmóvil al igual que la estructura contra la que nos rebelamos? ¿O es que no confiamos en nosotros mismos y en nuestras capacidades y tenemos que delegar la responsabilidad a otro? Tachar a un grupo como borregos y después hacer gala de la fe en un “líder absoluto”, ¿no es una cruel ironía?

Mucho de estas preguntas responde al eterno retorno de las más ancestrales y básicas diatribas que los grupos humanos, sea cual fuere su lugar y tiempo en la historia y evolución humana, en lo que de humanos tienen, se han planteado: no hay identidad sin alteridad. Pero en ese juego, cuando la alteridad supone subordinación y la identidad, totalitarismo, se instala en ese ciclo una dinámica destructiva de la cual, aún en los horizontes lejanos que la imaginación de sociedades futuras avisa, no vemos muy claro cómo resolver.


Tratar problemas conocidos y repetitivos ambientados en otros lugares, otros tiempos o con otros protagonistas es una buena manera de analizarlos amenamente, a la vez que vamos viendo cómo resolver estas propias contradicciones. Con estos pocos días de vacaciones, ¿no sería una buena idea aprovechar alguna tarde que otra leyendo alguna de estas obras literarias? Quizá sea una buena idea que existiese un puesto de libros justo a la entrada de la Feria, para disfrutar no solo con el cuerpo, sino también con la mente.

(Felicito a Geo por ser la promotora de este escrito. Ella aportó la iniciativa, ciertos puntos de vista y escribió gran parte del artículo. Nada mejor que contar con mi amada para trabajar en equipo y crear obras maestras)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...