martes, 23 de julio de 2013

Alfonso XII y las Cortes de 1883

En este año Alfonso XII suma su felicidad no solo por la reunión constitucional, sino por los hechos ocurridos en el año y el esfuerzo patriótico de los parlamentarios para devolver la paz y la confianza a España, por varias horas arrebatadas. Las aperturas de Cortes permiten un paréntesis de la rutina y dan una vista general al pasado, sin detalles minuciosos y ver qué se ha recorrido. Él, como Rey, tiene la misión de asegurar la paz y reconstitución (que son preceptos divinos, comenta, y por lo tanto, universales), pero para ello es necesario que los españoles olviden el terrible pasado y participen en la vida del país, pero sin dejar atrás sus ideales políticos.

La misión encomendada y las simpatías que despierta España en el exterior, han hecho que la gente no olvide lo que se sufrió en el pasado y que la insurrección, a pesar de su corta duración, sembró la alarma y escandalizó al mundo. Por tanto, el no querer pasar por los tragos pasados hizo pasar de la sorpresa del golpe a la reprobación y gracias a eso la revuelta murió rápidamente. Ya no hay nadie que apoye la violencia para cambios a mejor: con libertad se sabe que tales perturbaciones solo traen mal. Beneficios estériles son lo único que se consigue a partir de indisciplina militar y guerra civil. El poner en tela de juicio las ventajas traídas por la Restauración propició el rechazo de las ideas de los insurrectos.

La rápida resolución del conflicto permitió a Alfonso XII iniciar sus viajes hacia el extranjero, satisfaciendo viejas peticiones y afianzando lazos de colaboración. Solo cuando se ve a España como algo cercano se puede aumentar la estimación que se le tiene. El viaje le llevó por Austria-Hungría, Alemania, Bélgica y Francia. Las simpatías de los gobernantes aumentaron más si cabe tras algunos incidentes y protestas, además de la manifestación de adhesión que tuvo en su regreso a España, algo solo posible cuando el Rey y el pueblo están en íntima comunión. Destaca también las relaciones fluidas con Francia y la visita del Príncipe alemán. Se firmó un protocolo de comercio con Inglaterra, Portugal, Italia, Dinamarca y Países Bajos. No solo los tratados se dan con Europa, sino que se plantea la creación de tratados con varios países de Sudamérica y con Estados Unidos. También en África se consolida un tratado con Marruecos, tomando posesión soberana de Ifni y la instalación de pesquería.

Los tratados demuestran el respeto y consideración entre las naciones firmantes y esto repercute en el bien de España, con su aumento de riqueza y las mejoras de la economía, la administración y la agricultura. No se olvida el Rey de hablar de las relaciones con la Santa Sede, donde se indica que se acepta la palabra del Papa en cuestiones religiosas, ya que España es esencialmente católica.

La admiración y respeto de las grandes potencias extranjeras hacia España hace que no se tema a nada que venga de afuera, por lo que es un tiempo óptimo para dedicarse a mirar los asuntos del interior, y más tras la insurrección. Tales problemas terminó con la dimisión del Gobierno y la elección como Presidente del Consejo de la persona que contaba con más consenso, el Presidente del Congreso. Es el momento de olvidar contiendas políticas que han atenazado a las cámaras, y dedicarse a reformas administrativas y económicas, cosa que Alfonso XII confía en que los representantes de la nación son altamente capaces.

El primer paso que se da es la organización del cuerpo militar, ya que actúan como reflejo de la nación y son un extracto de sus cualidades y estado social. Se han de corregir sus defectos y potenciar sus tradiciones, así como ahondar en la disciplina y en la eficiencia. La agilización de los trámites puede lograrse con la reciente reforma del Ministerio de la Guerra y la Junta consultiva, al igual que las reformas en artillería e ingenieros. También se modificó la justicia militar a partir de la ley de 1882. También se han abierto la reserva de infantería y de sargentos segundos, mejorando su porvenir. El Gobierno pretende además una reforma de la división territorial militar y la mejora de los grados bajos del Ejército, además de actuar en favor de pensiones de viudedad y orfandad, y de ascensos y recompensas. El reemplazo puede mejorarse instaurando la obligatoriedad de realizar el servicio militar. También es indispensable tener en consideración a los veteranos de alta graduación y la posibilidad de movilizar ganado en favor del Ejército en caso de guerra. Tampoco se olvida la Armada y es necesario escuchar la preocupación de la opinión pública sobre este asunto. En función de los recursos estatales es necesario tener una Armada bien proporcionada y que garanticen la defensa de las zonas insulares y costeras.

Las reformas de Justicia no pueden frenarse, puesto que podrían desencadenar un gran malestar. Se tienen que terminar de organizar los tribunales y reformar el Código Penal y la ley de enjuiciamiento, para que los casos sencillos sean competencia de la policía correccional. Los casos importantes serán como siempre destinados al Jurado. Se debe reformar la ley de casación criminal y aclarar el planteamiento del Jurado. Los gastos de los juicios se deben racionalizar y esclarecer los medios de la defensa, así como reformar la ley hipotecaria y apuntar al necesitado, pero poco desarrollado, crédito territorial. Mientras tanto, se puede impulsar la creación de los códigos de Comercio y Civil.

En las provincias americanas se está implantando con rapidez la abolición de la esclavitud, eliminando cepos y grilletes y se está dando un gran empeño para que los antiguos esclavos aprendan los rudimentos del sistema político para que puedan participar en él. Todo esto debe ir acompañado de abaratamiento del consumo y desarrollo de la producción. También se necesitan proyectos para constar los actos del estado civil y la reforma de la ley hipotecaria y junto a una apuesta por la enseñanza el progreso en el archipiélago será rápido. En Filipinas se garantiza la propiedad territorial y la organización municipal.

Alfonso XII recuerda la reforma de la instrucción pública del anterior gobierno y comenta que aún es necesaria una atención preferencial. Esto debe repercutir positivamente en la enseñanza primaria y secundaria, que también han de ser reformadas en un intento de que el Estado se ocupe plenamente de la educación de los ciudadanos y la difusión de la cultura. Han de potenciarse además los museos y que ellos amparen los frutos de la investigación histórica y artística.

En el caso de la Hacienda ya empiezan a verse signos de normalidad y se espera que en poco tiempo los gastos extraordinarios puedan ser cubiertos sin problema con los recursos ordinarios. El presupuesto y la liquidación anteriores han dado tan buenos números que se confirman los buenos augurios. Esto es un éxito, puesto que muchas naciones avanzadas intentan llegar a este punto, pero pocas lo consiguen. Con el inicio de la bonanza se pueden reorganizar los servicios administrativos y que el Tesoro se consolide con la ayuda de Cajas. Por ello, han de verse las leyes emparejadas con los presupuestos que en breve estudiarán diputados y senadores. Los progresos políticos de España y su afán descentralizador llaman con fuerza a la renovación de las leyes por las que se rigen provincias y municipios. Con ello también es de interés la organización de una policía de seguridad. Otro punto a abordar son las cárceles, puesto que una aglomeración puede ser caldo de cultivo de perversiones, además de ser intolerable para los delincuentes y que se evita la reforma moral. Por consiguiente, es necesario construir más penitenciarías y que debe estar vinculada por la beneficencia y los patronatos.

El Rey también apuesta por una reforma de la ley electoral para las Cortes. Comenta que la sabiduría de los legisladores indicó que era óptimo que las provincias siguiesen la nueva ley electoral de 1882, es de seguro, y está apoyado por el Gobierno, de que la eliminación de las restricciones censales pueden aplicarse al Estado. La vida política tiene un pilar fundamental en esto y que el sufragio sea universal representará a todos los intereses sociales. Si el Gobierno perdura y el clamor popular es evidente se puede iniciar una reforma constitucional para limar encontronazos entre las fuerzas políticas, todo esto sin abrir periodo constituyente ni tocar las instituciones representativas del Estado.

Aunque todo esto es una tarea ardua, el Rey está seguro que se pueden sortear todos los problemas del camino sin temores. Si hay dificultades lo importante es no desfallecer, puesto que esto es típico de gente que no cree en sus ideales. El objetivo de España es alcanzar la libertad asentada en el orden y que la confianza de la Nación es muy necesaria, puesto que la estabilidad constitucional depende de ella. En esta solemne apertura se crea una intimidad entre el Rey y los representantes, puesto que ellos cuidan al pueblo y por parte de Alfonso XII  seguirá siendo así, sin vacilar ni desalentarse, ya que la paz y la libertad es un buen objetivo a alcanzar y si hay grandeza de propósito y firmeza de convicción la Providencia tiende a ayudar en su beneficio.

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