jueves, 12 de mayo de 2016

Esfuerzos para ganar confianza (o solidez)

La XI Legislatura ha sido la de más corta duración en la reciente democracia española. Si bien el 20-D hubo un clamor en las urnas que abogaban por un inicio del verdadero parlamentarismo, ya que obligaban a todas las formaciones a dialogar y a consensuar (como en los míticos años de la Transición), el empecinamiento y la cortedad de miras por un lado y el rancio inmovilismo por el otro han decepcionado a muchos. El Gobierno de Rajoy, aunque en funciones, seguirá otros meses más, por mucho que nos pese.

Ante el virtual vacío de poder muchos han vuelto su foco hacia la Corona, puesto que en estos momentos delicados un paso en falso puede quebrar su obligatoria neutralidad. Recae al Rey proponer un candidato a la presidencia y a falta de consenso este tema es muy trascendente. Pero seamos sinceros, aunque en teoría puede proponer a cualquiera (incluso al famoso independiente sugerido por Ciudadanos), en la práctica todo queda reducido a la avenencia del Presidente del Congreso y al voto positivo del Congreso de los Diputados. Es necesario entonces sondear opiniones, sugerir acercar posturas y hacer las preguntas correctas para aclarar las posiciones de unos o de conocer las posiciones de otros. Pero seamos sinceros, no se le puede pedir más de lo que se le exige constitucionalmente: no achaquemos el inmovilismo al monarca en vez de a los propios partidos políticos (o sus representantes). Desgraciadamente, parece que hoy en día está de moda criticar a alguien porque no hace lo que no puede hacer (como mucho sugerir o fomentar). ¿Desconocimiento o mala fe?

Ya las encuestas más recientes indican que ya nadie opina que la Corona es uno de los problemas principales para España. En el primer año de reinado de Felipe VI se le dio una puntuación de 6,67 sobre 10 (según Sigma Dos en junio de 2015). Los simpatizantes del PP le dan el mayor puntaje (8,1), mientras que los de IU el menor (4,5) y en los otros tres grandes partidos (PSOE, Podemos y C's) aprueba. La franja etaria de más de 65 años también le da la mayor nota (7,9), mientras que la que está entre 18 y 29 años de edad le otorga la menor (6,1).

El nuevo monarca posee un 75,1 % de opiniones favorables al desempeño de su cargo y los simpatizantes de todos los partidos se decantan mayoritariamente por el SÍ. Por otro lado, el 49 % (contra un 44,2 %) afirma que Felipe VI está recuperando el prestigio de la institución monárquica. En este caso, el NO se hace mayoritario entre los simpatizantes de Podemos e IU.

La opinión por el anterior Príncipe es en general buena, opción preferida de todos los simpatizantes y todas las franjas etarias. Esto se opone a la opinión que tienen sobre Juan Carlos I, donde si bien predomina que es buena, los simpatizantes de Podemos e IU indican que es mala de manera general (aunque todas las franjas etarias indican que la opinión mayoritaria que tienen es buena, aunque en porcentajes menores a los de Felipe VI).

Los apoyos a la Monarquía Parlamentaria han ido variando: desde el 53,8 % de enero de 2013 (41,0 % para la opción republicana), al 49,9 % de enero de 2014 (43,3 % en contra). El anuncio de abdicación en junio de 2014 invirtió la tendencia, llegando al 55,7 % de apoyos y el 35,6 % de detractores. Un año después, el apoyo subió al 61,5 % y el rechazo bajó al  33,7 %. El rechazo sigue siendo mayoritario en los simpatizantes de Podemos y de Izquierda Unida.

Finalmente, la reina Letizia por su lado ha aumentado la buena percepción por parte de los encuestados en detrimento de doña Sofía, que si bien es buena, los porcentajes de esta opción decaen paulatinamente. Solo queda decir que el 45 % le pareció bien la nueva política de transparencia de Zarzuela y el 49,8 % indica que le han parecido buenas las acciones de la nueva Familia Real. Además, el 51,9 % indicó que le pareció buena la presencia internacional del Monarca y el 82,9 % ve bien que el rey emérito siga teniendo una agenda reducida y no desean que aumente el número de apariciones. Datos para pensar y reflexionar que aunque parezca que haya un vacío de poder las instituciones españolas son sólidas y que podemos confiar en ellas y en los procesos que fueron previstos por ellas mismas, aunque a veces nos decepcionen.

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