martes, 28 de noviembre de 2017

Cambio climático, cambio de mentalidad

Veranos eternos, sequías prolongadas, altas temperaturas constantes, precipitaciones esporádicas pero muy intensas. Ya el cambio climático ha llegado para quedarse. Desde la Revolución Industrial se ha modificado tanto la atmósfera terrestre que los cambios cada vez van a ser más notorios y vertiginosos. Hay que olvidarse de cambios graduales donde solo los recuerdos de nuestros abuelos nos daban la pista de que algo había cambiado (el famoso síndrome de la rana hervida).

La inercia de los gases de efecto invernadero en la atmósfera es brutal y aunque dejemos de emitir hoy mismo, los efectos del cambio climático van a durar mucho, pero mucho, tiempo. Sí, en alguna que otra ocasión de la historia de la Tierra se detectaron temperaturas medias muy elevadas y altas concentraciones de dióxido de carbono, pero de eso hace millones de años. Muchos claman con fuerza, haciendo gala de su ignorancia o de su interés por preservar la prevalencia de ciertas empresas petrolíferas, que esto es normal, que son ciclos y que estamos casualmente en uno de ellos. Lo que evitan decir es que tales cambios nunca se dieron en menos de 200 años, que la pendiente aumenta de manera brutal y eso (eliminando casos inusuales como una actividad volcánica frenética que hoy no se observa) nunca se ha dado. Es más, desde 1950, inicio de la Gran Aceleración, los procesos antropogénicos de emisión describen la tendencia al alza. Una inmensa cantidad de científicos han descartado que sea lo que vivimos un efecto natural. El ser humano es responsable, no hay que seguir ocultando la culpa.

Aún podemos hacer algo, aún podemos evitar que este mal se agrave. El cambio climático se dará, pero puede darse de manera somera o darse mediante inmensas catástrofes que serán incompatibles con el desarrollo normal de la civilización. Si no frenamos las emisiones de CO2 y otros gases, cada vez será peor el escenario que nos encontremos.

¿Soluciones? Yo propongo las que propone todo el mundo que esté vinculado al tema: captura de carbono (hay que plantar más árboles), uso de energías renovables, políticas severas de eficiencia energética y cambio de paradigma.

La tecnología no lo puede hacer todo, la verdad sea dicha. Las energías renovables son variables (hay días en que el viento no sopla y el Sol queda oculto por las nubes) y se necesita una generación distribuida para no depender de la meteorología de solo una región. También hace falta una red eléctrica más eficiente, mejor diseñada y que conecte más puntos entre un mismo país y sus vecinos. De esta forma la variabilidad puede reducirse. Incluso sistemas de almacenamiento de electricidad para reducir la incertidumbre de cómo será la curva de demanda. Pero es muy importante la eficiencia energética, no solo con dispositivos que hagan lo mismo que los actuales con mucha menos energía, sino que nosotros seamos conscientes de lo complicado que es generar y transportar energía (la electricidad que se consume ha de ser generada en el acto). La energía más renovable es la que no se usa, gente. El ascensor está bien, pero podemos subir escaleras de vez en cuando, ¿no? Compartir automóvil o usar transporte público también son buenas ideas. Y esto, repito, no es de tecnología, sino de ser conscientes.

Es la parte más difícil, cambiar el paradigma de que el progreso se hace aumentando de potencia cada vez más, eso prima conservar las ineficiencias actuales de producción, transporte y uso. Y mucha gente no está de acuerdo. Si somos sinceros, la densidad de potencia que dan las energías renovables está por debajo de la densidad de potencia de los combustibles fósiles. Eso es ley natural y no puede cambiarse. Lo malo que nuestra sociedad está adaptada para cierta densidad de potencia (industrias, rascacielos, etc.) y para sobrevivir como civilización tendremos que aprender a frenar, a ser más responsables y a saber esperar. La cultura de 'lo quiero ahora y lo tengo ahora' quizás la estamos disfrutando mucho, pero no es sostenible. Y va a ser difícil decirle a la gente que eso se va a acabar. Imaginad que el coche eléctrico avanza mucho y su autonomía aumenta al máximo y el tiempo de recarga disminuye al mínimo, alcanzando sus límites. Imaginad que la autonomía no va a poder ser superior a, digamos, 400 km y que el tiempo de recarga no puede ser inferior a, por ejemplo, 30 minutos. Estoy especulando, recordemos. Pues bien, mucha gente sigue teniéndole tirria al coche eléctrico porque hay que repostar en más ocasiones que con el coche de combustión interna y hay que estar más tiempo recargando. ¡Gente! Es que no va a quedar otra si no queremos irnos a la mierda. Hay que aprender a salir con 30 minutos de antelación al horario previsto. O llegar 30 minutos tarde, porque casi siempre las urgencias quedan en nada (digo en el sentido de llegar rápido a un sitio para comprar un electrodoméstico, comprarlo a las 19.00 o a las 19.30 no va a destruir nuestras vidas). Y si de Córdoba a Madrid he de hacer una parada obligatoria, pues se hace y punto.

La humanidad cada vez es más numerosa y cada vez evoluciona de tal manera que sus habitantes anhelan un mejor modo de vida. No podemos negarle a los países en vías de desarrollo que sus habitantes alcancen los estándares de los de países desarrollados. Las energías renovables consiguen cubrir de sobra la demanda de energía, pero hay que hacerlo de manera sostenible, hay que usar los combustibles fósiles si no queda otra alternativa y hay que consumir recursos de tal manera que no compliquemos el acceso a ellos de las siguientes generaciones. Quizás la solución esté en la educación temprana, en tomar consciencia y en hacer más caso a los hallazgos científicos. El paradigma de la sociedad ha de cambiar y hemos de generar, a mi humilde juicio, una civilización más paciente.

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