sábado, 14 de abril de 2018

Diario de Viaje: Segovia (Febrero de 1997)

Siguiendo la ruta por la meseta española la siguiente parada fue a la ciudad de Segovia. Es cierto que Toledo tiene ciertos restos arqueológicos romanos, pero Segovia, con su inmenso acueducto, gana a toda la región y más allá. Es impresionante verlo en directo, la verdad. Incluso cuentan historias sobre que fue edificado por el mismísimo Diablo o que fueron los propios íberos... Eso pasa siempre, algo grandioso siempre tiene a su alrededor leyendas que intentan, no sé por qué, hacerlo más grandioso.

Las calles aledañas al acueducto son muy bonitas, pero bastante caras. Conviene salirse un poco de la ruta turística para abaratar precios. Pero bueno, las ciudades turísticas funcionan así. Seguro que grabé en vídeo varias cosas, pero no recuerdo qué fue exactamente o si aún existe la cinta VHS. El paseo llevó hasta la enorme catedral, que puede verse casi desde cualquier lugar de la ciudad y fuera de ella. Es impresionante ese estilo gótico y sus dimensiones y pasear a su alrededor es una buena experiencia que recomiendo.

Seguro que ya en esos tiempos andaba con un mapa y seguro que lideré a un grupo para ir todos a una hacia el alcázar segoviano, que tiene una estética que aún me sigue encantando. En serio, por su localización parece la punta de lanza de la ciudad y da un aire medieval al barrio que merece la pena aprovechar una y otra vez. El interior altamente decorado, con una dorada sala con las efigies de los monarcas castellanoleoneses, bastante instructiva para los que nos guste la Historia. También recuerdo muchas alegorías a los Reyes Católicos (sobre todo la sala de los tronos con el enorme escudo) y varias banderas en la armería que aún no las tenía en mi mente.

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