martes, 10 de abril de 2018

Exportando guevarismo

Bueno, creo que es más rimbombante el título de la entrada que lo que voy a tratar. Pero bueno, fue lo primero que se me vino a la cabeza. Ya sabe todo el mundo que durante un tiempo coqueteé con el guevarismo, sobre todo en la reivindicación del potencial que tiene Latinoamérica, el cual no ha podido desarrollar debido a intereses de las potencias vigentes y a una clase política autóctona que está más interesada en su bolsillo y en que lo idolatren.

Uno de los puntos clave del guevarismo es la ruptura total, no solo ideológica, sino en forma y fondo, con procesos, rituales o acciones que quedan consideradas como innecesarias. Por ejemplo, el papel simbólico de los cargos políticos no es necesario y es tildado de anacrónico e incluso de poseer reminiscencias del fascismo. Como que se quedan en la definición y temen fuertemente algo nuevo a añadir. Así, para el guevarismo el político debería recoger todo lo conversado y pactado por militantes y reflejarlo en su lugar de trabajo. Como un transmisor que sabe de procedimientos legislativos y cómo debatir en esos ambientes. Y poco más, la verdad.

Es por eso que Echenique (creo yo) tuviera esas reacciones en la visita del Rey a Barcelona, aplaudiendo la actitud de la alcaldesa de no presentarse a recibir a Felipe VI. Aducía que es impensable que un cargo electo le haga tales ceremonias a un cargo hereditario que está aquejado de anacronismo. Así, mata dos pájaros de un tiro: indica que un alcalde lo único que ha de hacer es ser el líder el ejecutivo municipal y presenta de nuevo sus convicciones republicanas.

Mi análisis es algo diferente. Es lógico y natural que sus opiniones estén matizadas por sus propias ideas republicanas y la postura oficial de Podemos. Otra cosa es que la corriente mayoritaria no es el guevarismo (al menos en España) y resulta un poco hosco reportar tales actitudes. En España, en Europa, la fuerza de lo simbólico es brutal, la fuerza de la ceremonia es aún imponente, ya sea en una monarquía o en una república, aunque la primera se base más en esto que en la segunda. Por mucha ideología que tengas eres alcalde y aparte de tus deberes concretos tienes una labor simbólica. En especial la representatividad. No solo representas tus ideas sino que, en este caso, representas a la ciudad de Barcelona recibiendo la visita del Jefe de Estado. Si no te gusta que el Jefe de Estado sea un rey, lo siento, ese no es el momento, en este momento se está poniendo de relieve una ceremonia y estás desempeñando una parte simbólica consustancial a tu cargo. Ya te tocará en tu día a día trabajar para que tu ideología se plasme en la realidad política.

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