martes, 18 de septiembre de 2018

Diario de Viaje: Muñalén en Tineo/Tinéu (Agosto de 2016)

Este repaso asturiano termina en Muñalén, una minúscula población cercana a Navelgas. Son un cúmulo de casas de piedra, arracimadas entre sí para quizás soportar los crudos inviernos. La sempiterna parroquia da lugar a reunirse a unas cuantas casas, entre ellas un restaurante que abre a petición del cliente y que se caracteriza porque lo regenta una simpática anciana y su hijo activista.

¿Lo que hicimos allí? Sentarnos y esperar que nos sirviesen una gigantesca olla para cuatro personas y que con un estómago amplio debíamos de vaciar. Dio para tres o cuatro rondas entre todos, así de grande era la olla de pote. Riquísimo, espectacular. Era una delicia y recordaba a las típicas comidas pesadas que hacía tu abuela (bueno, la mía nunca pasó de migas, aunque le salían bien) y que se te quedan bien grabadas en la memoria. ¡Ay!

Después tocaba la ronda de curados, sobre todo un lacón que te invitaba a repetir obsesivamente. Longanizas, chorizos, morcillas, salchichones. Todo casero y riquísimo. ¡Ay!

Y de postre, pues por advertencia no habíamos pedido segundo plato de carne de monte (te sirven el bicho entero y está tan rico que te arrepientes, dicen, de haber pedido primer plato para llenarte), un arroz con leche épico. Mira que de nunca fui fan del arroz con leche, pero este sobrepasaba todas las expectativas gustativas previas. Una delicia.

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