martes, 13 de octubre de 2020

Diario de Viaje: A Praia en La Guardia (Agosto de 2019)

Caminar y caminar por un paseo que abandonaba A Guarda y empezaba a bordear el monte, dejándolo atrás y avanzando hacia la confluencia del Miño con el océano. Una desembocadura compartida por dos países y con un buen sol (atrás quedaron las nubes plomizas) que hacía que te desviases del sendero de piedra y madera y fueses hacia unas rocas a disfrutar del oleaje. La perra, empecinada, quería beber agua y como era salada se arrepentía. Pero no aprendía la lección e iba hacia otro charco.

Con los pasos llegamos hasta una zona más verde, más llena de pinos y que te hacían resguardarte del calor. Algunas casas nos saludaron, muchas tipo caserón con patios inmensos, a saber qué familias las habitaban. Y también vimos algunos edificios más turísticos: el sempiterno hotel y una tapería en la que nos hartamos de comer. Avanzamos un poco más por lo verde, remontando el Miño, hasta que la densidad de turistas bajó a algo aceptable. Descansamos un poco y acumulamos energías para volver al coche y de ahí al hotel.

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