viernes, 16 de octubre de 2020

Diario de Viaje: Puebla de Sanabria / La Viella (Agosto de 2019)

Las vacaciones buenas eran las de antes, esas de tres meses. Ahora, ya adulto, tienes que economizar un pequeño número de días de descanso. Así que vuelta al interior, ver cómo el verde va decayendo y la exhuberancia deja paso al ralo. Pero ojo, el lugar al que fuimos tampoco era un desierto pero todo comparado con Galicia es como más seco.

La Puebla es un lugar impresionante, vives en una aventura medieval, y más cuando justo acudes en las fechas en las que hay una feria de aquella época. Lo primero que observas es que en un montículo hay fortificaciones seculares, muralla y castillo. Todo de piedra, todo con tejados de pizarra y en buen ángulo para mitigar las nevadas invernales, supongo. El ancho y claro río Tera da la bienvenida a bajarse hasta él, con unos prados para descansar enormes y darse una zambullida, aunque cerca del puente daba la impresión que no era muy profundo y que incluso en agosto debía estar frías sus aguas. En el caso antiguo la arquitectura es la típica del norte, finas columnas que soportan edificios de estrechas ventanas y vigas de madera por doquier. En la plaza de armas paramos para comprar algo de comer y recuperar energías y seguir recorriendo empinadas calles donde los puestos de la feria y la gente hacían que te parases a dar todo detalle de lo que veías.

No entré en el castillo de los Condes de Benavente, pero me dio la impresión que era un edificio pequeño, no muy alto pero de gruesos muros. Al lado, casi codo con codo, estaba la iglesia de Santa María del Azogue (esta de aspecto bastante medieval) y la ermita de San Cayetano, generando una placita muy concurrida. En la plaza del ayuntamiento se daban los mayores fastos y desfiles del momento y podías observar balcones de madera y vegetación. Y sí, da algo de alegría entre tanta piedra observar algo de verde. Por esa calle principal encuentras una puerta amurallada, como que daba paso antiguamente a las gentes del lugar y que cuenta con dragones como caños de lluvia.

Una experiencia genial. Con ganas de volver a ir.

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