domingo, 17 de noviembre de 2019

Diario de Viaje: Guadamur (Octubre de 2018)

Este lugar es bastante bonito y tiene unos alrededores de campos de cultivo que te permiten caminar con la vista casi eterna del castillo. Lo malo del castillo es que su entrada es de pago y solo está abierto los días entre semana, así que nunca pude visitarlo por dentro. Pero por fuera es bastante bonito, se ve que ha sido bien restaurado y está cuidado hasta el más mínimo detalle. Y no es para menor, pues en las inmediaciones de Guadamur está el lugar donde se encontró el impresionante Tesoro de Guarrazar, con sus indistinguibles coronas votivas. Esto ha hecho que Guadamur se vuelque con la parte visigoda de la Historia de España. Muchos hablan evocadoramente de la época romana, del esplendor andalusí, de las antiguas leyes y costumbres medievales cristianas, pero ni siquiera Toledo, capital del reino visigodo, da tanto bombo y platillo a esta época. Y siempre viene bien recordar todos los rincones de la historia. ¡Incluso la rotonda de entrada tiene alegorías al Tesoro!

También hay un parque bastante grande, donde poder pasar un buen día haciendo una barbacoa. Eso sí, en una de sus esquinas hay una pequeña lápida en memoria de las víctimas de la Guerra Civil (pero las del bando nacional, aquí son muy inclinados a resaltar en monumentos el franquismo). El resto del pueblo no es nada del otro mundo, pero el entorno de la ermita de la Natividad evoca tiempos pasados. Es normal que cause tanto revuelo la cuando se organiza la feria visigoda, con actuaciones basadas en los ritos de la época.

El rollo de justicia no puede faltar y la plaza central del pueblo tiene su encanto. Es un buen lugar para pasar y quedarse embelesado por su castillo y por el orgullo que tienen de la época visigoda.

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