domingo, 13 de diciembre de 2020

Podemos y su deriva autonómica

Podemos nació al calor del 15-M, una ola de indignación sobre la crisis y la situación política hizo que muchos se manifestaran por un cambio de rumbo. Muchas ideas buenas se fraguaron y ante los ataques del establishment sobre que mejor fundar un partido y presentarse a las elecciones en vez de quejarse nada más se creó la formación morada.

Acumuló pronto el descontento popular y el voto bronca, llegando con fuerza al Parlamento Europeo y haciendo temblar a ese establishment. Pero claro, ya formados políticamente el sistema asambleario de círculos que tuvo inicio en el 15-M ya no pudo tener el vigor de antaño. La democracia asamblearia es lenta, con buenos resultados tras debates constructivos pero lenta. Además, si bien se reconocen las sensibilidades de los nacionalismos periféricos y se mira por un Estado federal, la organización del partido es bastante centralista: toda decisión final ha de partir de Madrid. Y si bien al comienzo tuvieron un ascenso fulgurante la centralidad ha sido su talón de Aquiles. Y esto ha quedado fuertemente demostrado en las elecciones autonómicas gallegas y vascas de este año 2020.

Las luchas intestinas han terminado purgando el partido. Errejón, Bescansa y un largo etcétera decidieron dar un paso al costado, consolidando las figuras de Iglesias y Montero. Que Pablo no aguantase la legislatura europea y ante las primeras generales abandonase escaño para aparecer en la Carrera de San Jerónimo me encendió la luz de alarma: este hombre no anda totalmente convencido de la política europea, sino que necesitaba un trampolín para no quedarse sin fuelle hasta las elecciones nacionales.

Es una persona muy lista, locuaz y con algunas ideas muy buenas. Pero tiene mucho ego. Ya lo demostró la vez que intentó interrumpir el debate de Rosa Díez en la universidad, cosa que aún no le perdono. El ego también hizo que criticase algo que terminó haciendo, ya sabéis, mudarse a un caserón en un barrio adinerado. Muchos dicen que se le critica por su ideología y que el impresentable de Abascal también se mudó a un palacete. La diferencia estriba en que Abascal nunca criticó el hacer esto o el vivir en tales sitios. Eso, por mucho que pese, cayó fatal a gran parte de la militancia.

También las alianzas con Anticapitalistas e Izquierda Unida ha terminado por forzar las costuras. Necesitaban un aparato para funcionar y estas formaciones ya lo tenían. El mensaje de aquellas o no terminaba de llegar o había declinado y en la simbiosis también pudieron triunfar pero ya que ven desde arriba el panorama quieren más, quieren coptar todo lo estratégico. Y las luchas internas (como en cualquier otro partido) estallaron.

El tema más delicado para mí fue ese centralismo de decisiones en lugares con una fuerte autonomía política. Las nuevas formas de hacer política hicieron que mucho votante del PSOE se animase a votar a Podemos, un votante socialista más escorado a la izquiera que le chirría la parsimonia de las baronías socialistas. Sin embargo, viendo los resultados autonómicos, sirvieron de trampolín para que el votante socialista, reacio a votar directamente a formaciones nacionalistas, termine haciéndolo. Desde Podemos (o desde sus confluencias autonómicas) ya no se estaba tan alejado de un BNG o de un EH-Bildu. Y, sobre todo, como ya dije sobre PP y Vox, entre un sucedáneo y el auténtico la gente termina optando por lo segundo.

La desaparición de la formación morada en diferentes parlamentos autonómicos ha sido un palo muy gordo. Su pérdida de escaños en el Congreso también. Su mayor éxito, que no es poco, es que forma parte del Gobierno de coalición. Es un gran logro tras los pocos años que han pasado. Pero viendo sus apoyos parlamentarios y las tendencias negativas de voto han quedado prisioneros de la coalición. No pueden romperla porque perderían lo ganado, pasarían más pronto que tarde a la irrelevancia. La táctica de Pablo Iglesias es buena, sin romper con el PSOE intenta generar agenda propia. Por eso su activismo tan intenso contra la Monarquía Parlamentaria, contra los desahucios, a favor del diálogo con los políticos catalanes presos por sedición y por todo tema que les pueda desmarcar de la línea del PSOE. No pueden estar de acuerdo en todo porque serían invisibles, no pueden romper. Así que mejor discrepar, y mucho, en puntos concretos.

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