Comienzo oficial de nuestras vacaciones, con algo de lío, cómo no, para salir de Madrid. A mitad de camino decidimos hacer una breve parada en el pueblo de Ariza, pues siento una especial simpatía por este nombre.
Lo primero, cómo no, encontrar una cafetería por el centro para tomar un café que nos reactivase. Si bien el pueblo es pequeño estaba esta zona abarrotada de gente. Esta parte cercana a la bonita Plaza del Hortal es como muchos pueblos y puedes estar en cualquier sitio. Eso sí, si te aproximas al barrio que está cerca de los restos del castillo la cosa cambia mucho a mejor. La orografía ayuda, montes cortados secos y con un aspecto como de cárcava, como que la erosión ha creado formas interesantes. Las casas pequeñas también tienen colores térreos y dan una organización bastante curiosa al lugar.
Muy silenciosa la zona, con unas vistas a los parajes cercanos que hacían de este lugar un rincón interesante. Es una lástima que haya recorrido tan poco Aragón pero poco a poco se va descubriendo camino. Y más en esta etapa vacacional.
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