domingo, 4 de febrero de 2024

Diario de Viaje: Viseu/Viseo (Diciembre de 2022)

 Siguiendo la tradición, dentro de lo posible, tocaba volver a Portugal para pasar fin de año. Con los temas de la pandemia y algunas excepciones intentamos que esto se cumpla para así tener una excusa para recorrer tan bello país. Como ya habíamos estado en la zona sur queríamos hacer un repaso general a la zona norte. Y para evitar pegarnos una paliza con el coche pues hicimos noche en Viseu.

Es increíble cómo pasar de Salamanca a Portugal cambia tanto la fisonomía, se nota la zona montañosa que detiene toda la humedad atlántica y bajamos y bajamos (tras el típico susto con el peaje, pues primero te encontrabas las cámaras y a los kilómetros la zona para asociar la matrícula a una tarjeta, no al revés como en el sur). Llegamos a la caída de la tarde y tras meter las maletas en la habitación empezamos a recorrer y se nota la característica acera de piedrecitas blancas y las casas con ese estilo tan particular con encalado y arcos de piedra.

Lo primero que ves es el funicular en una gran pendiente y subes hasta la zona de la catedral con su sillería perlada de musgo en ciertas zonas, dándote un aire tradicional e histórico. Frente a la catedral, la iglesia da Misericórdia con su típica fachada blanca. A sus alrededores los arcos que hacían de puertas en la antigua muralla y entre las casitas típicas la estatua de Dom Duarte. La atmósfera me gustaba mucho y llegamos por la calle peatonal principal con sus estatuas a la Praça da República junto al ayuntamiento. Había una zona de puestos navideños y pudimos disfrutar de nuestro querido vino caliente y frente a nosotros un mural de azulejos enorme, típico portugués.

Paseamos un rato por la zona nueva hasta llegar al arroyo y su paseo ajardinado, el Parque de Santiago. Aunque estaba oscuro y húmedo el paseo fue reconfortante y llegamos hasta las famosas letras del municipio (ya no hay lugar que no lo haga, oye).

A la mañana siguiente, antes de partir, nos acercamos al sendero elevado que bordea la Cava de Viriato. Había también una escultura y me quedé con la duda de si este caudillo era de aquí o si fue su base de operaciones. El paseo entre tanto verde y tranquilidad fue muy reconfortante.

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