jueves, 6 de diciembre de 2012

Aventuras del Dalái Lama


El Dalái Lama, el líder espiritual más conocido del budismo, nunca ha parado de predicar y dar a conocer la opresión de los tibetanos por parte de China. Tiene su residencia en el exilio en la cercana India y desde allí clama por libertad para su pueblo a la par que da mensajes al mundo inspirados en su religión: fraternidad, felicidad, no odiar...


Con el tiempo se ha convertido en un fenómeno mediático y es amigo de importantes personalidades, tanto como políticos como por cantantes o actores. También ha recibido numerosos premios y reconocimientos y quizás esté considerado como un gurú o prócer a considerar en este planeta.


Pero en estos últimos años parece que ha quedado algo relegada su defensa del Tíbet y la recuperación de la libertad. Sus consejos y entrevistas se fundamentan más en sus prédicas de paz y los coqueteos con la ideología new age. Está bien que como religioso dé a conocer sus ideas y expandir la buena voluntad entre los seres humanos, pero eso en última instancia ayuda a los humanos (que no es poco) y hace ganar simpatías hacia los tibetanos, pero no crea consciencia sobre las condiciones de opresión que viven bajo el yugo chino.


A veces se nos olvida que Tíbet fue una monarquía teocrática, como Ciudad del Vaticano, donde las libertades no eran algo común y su cerrazón a los postulados democráticos eran innegables. Hoy en día, el Rey del Tíbet, es decir, el Dalái Lama, ha abandonado mucho poder y ha insertado la democratización entre los tibetanos exiliados. Algo loable e incluso plantea (no sé cómo) dejar de reencarnarse y proponer un sistema republicano. O quizás que no busquen su reencarnación. Porque el alma en concreto siempre desempeña el cargo regio-religioso, pero su envoltura corporal, esta vez Tenzin Gyatso, cambia. Al menos esos son sus postulados religiosos. China, que como buen comunista debería promover el ateísmo, le sigue el juego prohibiéndole por ley que se reencarne.


China critica siempre severamente que los países acojan al Dalái Lama con boato y con publicidad (aprovechan que es el líder religioso más seguido) pero su nueva política de declaraciones esperpénticas y el auge chino como superpotencia (y que atesora la deuda de varios Estados) van a dejar al Tíbet en el ostracismo, desgraciadamente.

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