viernes, 28 de diciembre de 2012

Los mayas no se equivocaron


Pues sí, los mayas no fallaron por nada. Acertaron de pleno. Cómo no lo van a hacer, si sus conocimientos astronómicos fueron tan sorprendentes que en la vieja Europa solo atisbaron a determinar con tal precisión los años en estos últimos siglos y contando con poderosos descrubrimientos como la ley de Newton de la gravedad y el telescopio mejorado de Galileo.


¿Por qué no fallaron y no se destruyó el mundo el 21 de diciembre de 2012? Pues porque tal no era la predicción maya, sino nuestra interpretación. Los mayas solo indicaron que terminaría un periodo de tiempo y comenzaría otro; nosotros no tememos cataclismos cada 1 de enero, ¿no? No sé por qué la gente cree que los cambios solo son posibles con sufrimiento, dolor y mucha muerte. Otro asunto es la creencia del tiempo. Para los mayas era circular, ni comenzó ni acabará, sino que fluye cíclicamente y como tal, en cada ciclo, se repetirán las cosas, de otra manera o significando lo mismo, pero todo se repite eternamente. No en el concepto de Nietzsche, sino que volverá a ver guerras, paz, cataclismos, inventos una y otra vez, como si fuese un reflejo a gran escala de las cuatro estaciones del año. Nosotros tenemos una concepción judeocristiana del tiempo, esto es, lineal. Dios crea el tiempo y en el Juicio Final lo termina. Todo es un avance hasta ese momento, una línea recta intangible. Incluso la ciencia ha adoptado esta concepción de tiempo lineal en sus ecuaciones y en sus conceptos de Big Bang y Big Rip, tiempo como flecha.


El filósofo Allan Woods propone que es un fallo considerarlo lineal. Sostiene que el Big Bang, por supuesto, existe, pero que el tiempo es eterno y los universos a lo largo de este se juntan como cuentas orondas: los nodos son singularidades que son a la vez el final de un universo y el Big Bang del siguiente. ¿Interesante, verdad?


Y de todas maneras las fechas son aproximadas. Nuestro calendario gregoriano se comió varios días y el juliano ya proponía bisiestos, incluso el comienzo de año se adelantó de marzo a enero. Y sobre todo, no hay eventos comunes registrados en ambos calendarios (un evento astronómico, por ejemplo) para crear una buena correlación entre ellos. Por lo que las fechas son arbitrarias, aunque no les importe a los new age, que han predicho de cataclismos a naves espaciales para ese famoso día. Finalmente, fue un día normal como se esperaba, y sus predicciones que mezclan mitologías (y eventos planetarios como el cambio del sentido de rotación o la paralización de frecuencia de resonancia de la atmósfera) han quedado más desacreditadas aún si cabe. Por ahora, se los nota calladitos.

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