lunes, 17 de diciembre de 2012

Diario de Viaje: La Plata (Noviembre 2012)


A comienzos de noviembre decidí acompañar a Geo a Buenos Aires y de ahí pegar un salto relámpago hacia la capital de la provincia de Buenos Aires, o sea, La Plata.

Tras una accidentada mañana un poco después del mediodía comienzo mi viaje hacia la capital federal, leyendo un libro gordo para no desespear. La entrada como siempre, atestada de coches y gente de las villas poniendo tenderetes a menos de medio metro de donde pasaba el autobús, con el consiguiente riesgo de accidente. Y cómo no, a recordar los silbidos de los autobuses metropolitanos.

Paramos en el barrio armenio, por lo que visitamos la zona que estaba llena de turistas, música y ensayos, hasta llegar al cerrado Jardín Botánico, por lo que nos perdimos esta oportunidad y fuimos andando a rodear el parque zoológico, donde en una calle de alta alcurnia vimos un felpudo atado con cadena. Agarrados totales. Bordeando después por la Avenida Libertador dimos un buen paseo y terminamos con una energética picada. Lo malo fue que el dormir se volvió difícil por la música caribeña a todo trapo que ponía el loco vecino del piso de arriba.

Llegada la mañana recorrimos parte de la ciudad para poder llegar a la plaza en donde partían autobuses hacia La Plata, a una hora de camino. El cambio fue brutal, todo callado, amplio, caluroso, casas bajas... y la curiosidad de que calles, avenidas y diagonales se nombran por números. El primer paso fue saber cómo avanzar y cómo regresar, aunque después de todo es más mito eso de que por tener diagonales es fácil perderse en La Plata. Quien lo haya dicho no ha paseado por la judería cordobesa.

Tras un corto paseo llegamos a la avenida principal y descendimos pasando por casas de gobierno y centros institucionales bajo un cielo despejado y casi abrasador. Y logramos llegar a la catedral. Alta y grande, con un neogótico que no desmerece a muchas catedrales europeas. Y dio la casualidad de que se hacía una actuación de gente imitando a zombies o algo así para criticar la postura de la Iglesia sobre el aborto. Desmedida presencia clerical y policial ante solo tres personas que no querían gresca. El interior es amplio y luminoso y ciertas estructuras me recordaron a la Almudena madrileña. Un apunte: también está exagerado lo de la postura irreverente de las esculturas esculpidas por masones en el parque frente a la catedral. Tras ver numerosos trabajos y detalles arquitectónicos fuimos hacia el observatorio, almorzando por el camino.

Bordeamos un enorme jardín y el parque zoológico (hermoso con puentes y vegetación exhuberante) y decidimos ir al museo de ciencias naturales. Fachada que se parecía a la del Congreso español. En el interior había meteoritos y dinosaurios enormes y un impresionante cráneo de ballena azul. Homínidos, restos arqueológicos precolombinos, anatomía comparada de aves, esqueletos de megafauna mamífera, restos prehistóricos y comparativa de bebés humanos con crías de chimpancé. Muy instructivo. También datos de las misiones, arañas, peces...

Con el tiempo no muy ajustado pudimos volver a la terminal de manera relajada y volver a Buenos Aires, donde no encontramos el autobús de vuelta a casa: las calles indicaban un paso de la línea pero en dirección contraria. Pues evitando una zona muy chunga nos decidimos a ir a una de las avenidas principales, atravesando una zona judía llena de sinagogas, comida kosher, idioma hebreo y muchos creyentes (con kipás, sombreros y rizos característicos) que iban a orar.

El viaje nos deparó ausencia de dinero en metálico y alguna confusión con el autobús de vuelta, que al final estaba medio roto y se paró varias veces durante lapsos de tiempo desesperantes, pudiendo entonces llegar a Rosario ya avanzada la madrugada.

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