jueves, 16 de octubre de 2014

La agradable irrupción de Podemos

Por supuesto, unas elecciones al Parlamento Europeo no tienen traducción directa a unas elecciones a Cortes Generales, pero la irrupción por sorpresa de la formación Podemos ha puesto en jaque el bipartidismo imperante en el Reino de España. Incluso se rumorea que también tuvieron que ver con la abdicación sorpresiva de Juan Carlos I y la proclamación de Felipe VI. Una España que sigue muy dolida, donde el paro y la corrupción pasean a sus anchas, necesitaba de este soplo de aire fresco. Desde el afamado 15-M muchas voces discordantes con el sistema se han hecho oír y la proclama básica contra ellos era 'Formen un partido y propongan soluciones'. Pues la formación encabezada por Pablo Iglesias lo ha hecho y ¡ahora le critican eso! Ni UPyD tuvo una entrada tan triunfal y las encuestas ya incluso sueñan con colocar a Podemos como segunda formación en intención de voto.

El bipartidismo, antaño tan fundamental para la gobernabilidad, se ha vuelto un escollo para el desarrollo democrático del país. Una cosa es estar de acuerdo y trabajar en conjunto de acuerdo al pacto constitucional, otra que se crean que sin ellos no existiría la paz. Lo primero es fundamental e incluso correcto y exigible por nuestra parte: un Estado es algo artificial e inventado y, por lo tanto, ha de mantenerse en funcionamiento y para ello los partidos políticos, los ciudadanos, deben defender un modelo básico y común de convivencia. Lo segundo, en cambio, es ganas de escudarse y detentar el poder. Unos años yo, otros años tú. Nos criticamos en lo superfluo, nada más. Pues no, señores, se puede defender el pacto constitucional y poner el jaque el bipartidismo imperante.

Un PP que solo gobierna para los suyos (e incluso a veces mal también para ellos) y la Iglesia. Un PSOE que viaja hacia ninguna parte (con miedo de ser coherente y defender con gusto el mencionado pacto constitucional, por lo que sus votantes no saben a qué atenerse y se vuelven más partidistas, quizás en otros lados), una IU que sigue anclada en viejos preconceptos guerracivilistas y con pánico a defender la igualdad y unidad de los españoles (es la izquierda europea más rara, prefiere el segregacionismo nacionalista en vez de la igualdad radical sin importar procedencia o cuna) y un UPyD que crece lentamente al tener una postura bastante elitista (parte del supuesto que todos los españoles debemos estar interesados e informados en política y con cierto grado de participación, cuando no es así en general), Podemos ha adelantado a casi todos por el lado que menos se esperaban. Mucha gente desencantada de la política ha vuelto a ilusionarse y muchos, que antes callaban o criticaban todo, muestran su férreo apoyo. ¿Su receta? Explicar de manera sencilla el panorama y proponer propuestas entendibles. Eso sí, todo ello macerado en un caldo de populismo.

Pues sí, no todo son flores en la formación. Me inquieta la atención preferente de muchos medios de comunicación, como si no hubiese nada más en el panorama político diferente al bipartidismo y nacionalismo periférico. No me acaban de gustar las proclamas repetidas de tal manera que tienen que caer bien a quien la escucha. No me valen esas coletillas sobre que la abuela tiene que entender o que sus buenas acciones lo resuelven todo en nada. Es inquietante que unas buenas y cabales políticas estén mezcladas en demasía con propuestas irrealizables y solo hechas para actuar demagógicamente y generar más simpatías. Creo que esto debe depurarse pronto. Si no, en vez de ser una alternativa seria se convertirá en un caladero de 'voto bronca' que desaparecerá cuando la situación económica mejore y los votantes vuelvan a sus formaciones de siempre. O si no, el tema del uso y abuso del término 'casta' que, si bien podría estar bien enfocado para el político profesional (el que no sabe vivir de otra cosa y se encarama al sillón con todas sus fuerzas; no confundir a este con el profesional de la política) parece que cualquier representante elegido también es casta. Pues señores, en una democracia representativa siempre hay representantes y sin ellos no estamos en una democracia representativa. Eliminarlos es eliminar al sistema democrático imperante en el mundo actual. Quizás quieran una democracia asamblearia, pero que lo digan con sinceridad. Es más, ellos son representantes ahora, luego deberían ser casta. Por eso digo, el uso y abuso de un término puede ser contraproducente.

Tampoco me gusta el tono personalista de la formación, girando siempre en torno de Pablo Iglesias. Es cierto que ahora con Errejón y Monedero está cediendo protagonismo y que al principio las formaciones tienen un tinte personalista. Pero es que el logo del partido para las europeas era ¡la cara de Pablo Iglesias! Ni Rosa Díez en UPyD se atrevió a tanto (solo a poner el color magenta como color oficial, con cierta asociación al color rosa, por supuesto). Es posible que cuando los procesos internos y de primarias se muevan esto se difumine, pero asociar mucho tiempo una cara a un partido trae a la larga resultados fatales. Tus fallos, tus errores presentes y pasados (e Iglesias tiene unos cuantos por sus posturas intransigentes en la universidad) pueden asociarse al partido y herirlo de muerte.

Parte del éxito, creo yo, ha sido que el resto de formaciones se ha asustado de su irrupción espontánea y, evidentemente, han pasado al ataque descarnado. En vez de criticar su programa político y enseñar a la población dónde falla o qué posturas no defienden ellos, se han dedicado a tildarlos directamente de populistas y demagogos. Quizás llevaban parte de razón, pero estos ataques descarnados les han hecho bien, han afirmado sus postulados sobre la casta y han ganado más simpatías y publicidad en los medios de comunicación. Y es que, sean cuales sean los medios, se debió apuntar a sus falencias programáticas. Así la gente podría ver la conveniencia o no de votarles. Ahora están haciendo esto, aunque demasiado tarde. Incluso los detractores del rancio bipartidismo lo critican, pareciendo que son unos hipócritas, que solo ellos pueden desbaratar el bipartidismo. Ante esta panorama se crearon nuevas formaciones, como Ganemos. E IU, en su línea tradicional, quiere fagocitar las nuevas y prometedoras ideas. Con el lema de 'gran coalición de la izquierda' quieren hacer suya el proyecto y las ideas que nunca tuvieron ni quisieron tener. Veamos cómo evoluciona la formación y qué ocurrirá con las municipales y generales de 2015. Todo puede volver al punto de inicio. O consolidar un nuevo panorama en la política española.

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