miércoles, 26 de noviembre de 2014

Lo increíble de las lenguas

No creo que me dé ni tiempo ni paciencia para aprender lenguas, pero admiro el tema que una inmensa cantidad de lenguas estén emparentadas entre sí. Incluso este tema me atrae más que la especificación del humano, qué grupos andan emparentados entre sí y cuáles más lejanamente. Más que la expansión del humano me maravilla la expansión de las lenguas, un mecanismo eficaz de comunicación.

A saber cuándo fueron inventadas. O si solo se inventó una y todas derivan de esta. Quizás desde que está hollando el Homo Sapiens este planeta. Curioso y fascinante a la vez es cómo estudiando puntos en común de lenguas tan dispares como el nepalí y el flamenco se llegue a la conclusión de que derivan de un mismo idioma: el indoeuropeo. ¡E incluso ha podido ser reconstruido en gran parte! Juntando a que muchos mitos y costumbres de hoy vienen de esos pastores euroasiáticos que anduvieron por ahí hace la friolera de 9000 años. Y ya rizando el rizo, ¿tiene conexión el protoindoeuropeo con las otras ramas como la semítica, el protoeuskera o las lenguas americanas?

Y ante la aplastante supremacía del indoeuropeo en Europa, ¿cómo es que tuvo su lugar la lengua urálica (con su descendente el fino-úgrico que da al fínico y al úgrico)? Hoy sus descendientes son minoritarias, pero todas reconocen al húngaro y el finés, aparte del estonio y el samoyedo. ¡Y cómo que a día de hoy estén tan aisladas unas de otras!

El indoeuropeo dio lugar a dos grandes lenguas: indo-irania y europea. La primera se dividió en la irania y la indo-aria, que a su vez dio lugar al índico y tras este las especializaciones por zonas (noroccidental, norteña, oriental -que se dividió en la bihari y la bengalí-assamese-, central oriental, sureña y central). Y de todas estas ramitas tenemos decenas de lenguas que se hablan hoy en día, incluso brotes para las antiguas lenguas comunes. Por el lado del continente europeo tenemos las ramas célticas, albanesas, eslavas, bálticas, helénicas, armenias, romances y germánicas. Para la última rama está el germánico del norte y del oeste, que dio a su vez el alto alemán, el anglo-frisio y el bajo franconio. Para las lenguas romances se dieron el íbero-romance, el ítalo-dálmata y galo-ibérico. Y de nuevo, cada ramita como una decena de lenguas actuales.

Cientos, quizá miles, y todas con un origen común: el indoeuropeo.

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