lunes, 20 de agosto de 2018

Diario de Viaje: Cudillero/Cuideiru (Agosto de 2016)

En nuestro gran viaje de verano pudimos llegar a contemplar unos de los municipios más bonitos de Asturias. Nuestro amigo, feliz de que lo visitáramos en un lugar tan alejado (bueno, todos vivíamos al comienzo abajo de Despeñaperros) quiso ser un gran anfitrión y nos llevó en coche a este lugar. Lo que sorprende es que los aparcamientos quedan algo lejos del núcleo del pueblo. Tras unos minutos de caminata entre el mar y un farallón rocoso vimos claro por qué: circular ahí ha de ser una locura.

El paseo marítimo, lleno de zonas de atraque de barcos y banderas de todas las autonomías, va girando hasta descubrir casi de un plumazo Cudillero. Es como si fuera un graderío, casas dispuestas casi en semicírculo en varios niveles, de arquitectura típica de pueblo pesquero y colores vivos. Es una gozada para la vista.

Todo desemboca en una ancha plaza que desciende en cuesta hacia el mar, dando un aspecto de cómo se vivía allí antes de las termitas turistas. Hoy está lleno de restaurantes caros y casetas de guías turísticos improvisadas. Es un hervidero de gente. Pero las imágenes del lugar y del mar Cantábrico te dejan una sensación de estar observando una maravilla.

Algo recorrimos aunque ascender en cuestas empinadas a pequeñas plazas se hace bastante complicado y cansador. Poco a poco el bullicio se apaga y piensas que vivir en la zona alta, aunque suene doloroso, puede tener su recompensa en tranquilidad y vistas. El azul del mar se combina con el verde de los montes y los azulados de las casas y crea un ambiente único, que merece la pena visitar una y otra vez.

También se puede caminar y avanzar por el paseo marítimo que hace de rompeolas y ver qué hay al otro lado. Y tener buenas vistas de nuevo para esta emblemática ciudad. Muy recomendable.

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