domingo, 28 de octubre de 2018

Toledo, museo a cielo abierto

Es una frase que me dijeron hace poco, que la ciudad imperial era como un gran y hermoso museo al aire libre. Y no le falta razón pues es una ciudad patrimonio con encanto, multitud de lugares imprescindibles que visitar y con museos alrededor de un casco histórico enorme, quizás el mayor de Europa.

Pero vivir en el casco histórico hace que seas parte del museo. Y eso ya no está bien, pues no te sientes pieza de museo. También está muy bien querer conservar y exhibir patrimonio, pero no a costa de los propios toledanos. Precios a nivel turista creados por unos alquileres estratosféricos. Precios que siguen siendo altos aunque sepan que no eres turista (eso en caso de intentar ver ético que hay que cobrarle de más al turista por el mero hecho de ser turista). La ausencia de supermercados y tiendas de primera necesidad hace que para cualquier compra tengas que desplazarte bastante y eso termina cansando. Todo está lleno de tiendas de recuerdos, guías personalizadas y bares, luego no hay lugar para hacer vida día a día. Y lo más indignante de todo es la ausencia completa de contenedores de basura que, según me han contado, no están para no ofender los gustos estéticos de los turistas [sic]. Vaya, no sabía que solo en Toledo era el único lugar del planeta Tierra donde se generaba basura. Pero bueno, no creo que un contenedor sea menos estético que ver bolsas de basura a cualquier hora tirada en un rincón con la posibilidad, no remota, de que sea reventada por algún gato callejero. ¡Ay, eso sí que no ofende la vista a nadie!

Después está muy bien querer dejar ese ambiente medieval al casco histórico, pero poner espacios verdes no creo que sea un crimen insalvable. No hablo de grandes plazas con enormes fuentes y césped altamente cuidado. Hablo de plazas normales, con su albero y su tierra con vegetación. Y si las plazas son muy pequeñas pues macetones. En verano tanta piedra acumula calor y es insoportable. Quizás en los terraplenes empedrados se podría empezar a sustituir y generar espacio verde. No, con las lluvias no se crean ríos de barro que desestabilizan todo, hay que acordarse el poder fijador de terreno que poseen las raíces.

¿Mudarse a otro lugar? No es mala idea aunque hay que tener en cuenta que las conexiones en la propia ciudad son malas. El sistema y frecuencia de los autobuses deja mucho que desear. Córdoba, que tiene el triple de habitantes, está mejor conectada entre un punto y cualquier otro. Y bueno, también el tema de que el barrio del polígono no pueda conectarse al resto de la ciudad a pie es, aún a día de hoy, cosa que me sorpende sobremanera.

Con estas cosas no me extraña que día a día quede el casco histórico menos poblado. Es mejor mudarse a otra parte. Lo que terminará provocando esto es que el casco solo va a ser terreno para museos, tiendas, instituciones y alquileres irregulares para turistas juerguistas. El negocio es el negocio, ¿no, chicos? Pero quizás cuando el casco solo tenga turistas los propios turistas digan que no hay encanto, que no hay verdaderos toledanos de trato frío y que para ver a gente de su país, se quedan, evidentemente, en su país.

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