jueves, 12 de marzo de 2020

Diario de Viaje: Almonacid de Toledo (Febrero de 2019)

El clima invernal ya declinaba y empezaba a hacer algo de calor, así que antes de que el sol taladre la piel tocaba recorrer los castillos de la zona. El de Almonacid se divisa desde bastante lejos, ahí situado sobre una colina con una forma irregular muy característica. Me da siempre la impresión de estar contemplando lo mismo que hace algunos siglos, como si fuese el castillo el que nos contempla y no al revés.

El ascenso zigzagueante que se inicia sobre las ruinas de una iglesia mudéjar con un antiguo cementerio a su lado está bordeado de pinos y hay que prestar atención a la procesionaria pero no es muy demandante la subida y en un rato se tiene una buena vista de la región. Lo loco es que haya gente que prefiera subir en coche cuando la caminata es casi lo mejor del proceso. Llegar a los pies del castillo hace que lo veas en su esplendor pero también empiezas a verle los defectos, puesto que puedes acceder por una torre derruida a su interior y ver que casi todo está colapsado aunque la presencia de la torre del homenaje (o lo que supongo que es) sigue en pie. Un mero recuerdo de lo que pudo haber sido en tiempos medievales. El nombre del castillo parece ser Almenas del Cid (de donde vendría el nombre del pueblo), ya que la leyenda cuenta que lo conquistó el mismísimo Cid Campeador para un Alfonso VI con sus miras en (o desde) Toledo.

A la bajada pudimos acercanos hasta la iglesia, que tiene muros bastante altos y se destaca sobre las casas del lugar. La plaza del pueblo tiene una curiosa fuente aunque parece que su agua no es potable y las callejas con las casas bajas típicas de la zona (y los cortinajes de las puertas) hacen que te relajes en un lugar tranquilo.

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