lunes, 16 de noviembre de 2020

Los incendios de Rosario

Hace varios meses que la pesadilla se repite sin cesar. Lo peor es que es una pesadilla real, una que queda entre la indiferencia de la población en general y la desidia de autoridades. En Argentina, en los meses más duros del confinamiento, las enormes islas que están en el enorme Paraná están ardiendo. Casi de diario. Y nadie hace nada por detenerlo. Las islas quedan frente a la ciudad de Rosario y son decenas de miles de testigos que han estado viendo cómo el cielo se oscurece a niveles insoportables, tapando el sol como en un día de niebla cerrada. Y la ceniza, el humo, cae sobre las calles rosarinas y es respirado a la fuerza por millones de personas. No es solo la naturaleza, sino que es un atentado contra los ciudadanos de una ciudad.

Las islas forman parte de la provincia de Entre Ríos, por lo que Rosario, perteneciente a la provincia de Santa Fe, no tiene jurisdicción para intervenir. Entre llamadas a autoridades y que buscan los focos ya los perpetradores han huído y el fuego ya arrasó con varias hectáreas de flora y fauna fluvial. Porque no solo se pierden árboles sino que hay decenas de animales, como los carpinchos, que quedan a la merced de esta práctica cruel.

Quizás sería más fácil ver de quién son esos terrenos (casi todo está comprado por millonarios) o quién quiere pujar por el terreno baldío. Porque sí, la táctica es antiquísima: destruyo el ecosistema y como no está ya protegido el terreno puede recalificarse para plantar soja masivamente o para asentar una densísima ganadería vacuna en el lugar. Incluso hay inmobiliarias que saludan con gracia esto diciendo que por fin esos terrenos pueden ser edificables porque a quién no le gusta tener una segunda residencia en las islas. Maldito, si la gente visita las islas es porque abandonan la ciudad y se quedan unas horas (o días) en mitad de la naturaleza, ¡nadie te va a comprar una casa en la isla si está ubicada en un baldío! Lo que más rabia me da es que lo dicen con soberbia, con una sonrisa en la cara. Ea, destruir el medio ambiente sigue sin importar un comino.

Muchos protestaron, muchos se movilizaron, muchos expresaron la bronca pero la inmensa mayoría no quiere actuar. En una situación política tan polarizada se mira más los réditos electorales de tu afín y no sí debe, como representante, arremangarse y actuar y, en su caso, asumir consecuencias. Si no es por el cambio climático que sea por la gente que aún sigue viviendo en las islas en precarias cabañas y viven casi al día de vender el pescado que han podido recoger. O al menos por la basura que te estás metiendo dentro por cada inhalación. Terrible todo.

El resto del país actúa como si la cosa no fuera con ellos. Evidentemente, cuando los vientos soplaron por unos días en dirección a Buenos Aires y los medios porteños vieron cielos oscuros y calles con ceniza empezaron a preocuparse con la quema masiva de los humedales. Pusieron el grito en el cielo hasta que los vientos cambiaron de dirección. También es terrible que solo sea noticia lo que ocurre en la capital y alrededores y más en un país que tiene una extensión de casi 3 millones de kilómetros cuadrados.

Ay, es que la Ley de Humedales está a punto de tramitarse en el parlamento nacional y antes de que se aumenten las penas por este ecocidio prefieren dar rienda suelta a sus sádicos planes. Rosario ha cambiado en poco tiempo de clima, incluso viviendo yo allí me percaté de ello y ahora puedes decir que es clima tropical. Afectar ese corazón inmenso verde que tiene justo al lado no va a traer nada bueno. Los que se lucran lo harán en un erial y con una ciudad enferma. Por favor, que toda esta locura se detenga.

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