jueves, 20 de junio de 2013

Diario de Viaje: La Chapelle-sur-Erdre/La Chapèll sur l'Erd (Abril de 2013)

Pues en los pocos días soleados y calurosos en esta parte del mundo aproveché para visitar a pie el castillo de la Desnerie. Una casa señorial de campo, pequeña y de diseño como del siglo XVIII, nada del otro mundo. Pero lo que más gustó fue el viaje que hubo, de seguro.

Y es que el Erdra (o Erdre en francés) es un río conocido por la multitud de castilletes que tiene en sus riberas. Y con una vegetación exuberante. Es lo que más destaco, además del buen hacer francés de hacer caminos para paseos que atraviesan hermosos riachuelos como el Cens y hay tramos donde la pasarela sobrevuela el propio río. Una pasada y un solaz. Aproveché que todo Nantes estaba de carnaval y subí y subí por el caminito lleno de verde y naturaleza hasta que salí del propio Nantes. Entraba en el pueblo de la Chapelle-sur-Erdre. La verdad es que no vi nada de la ciudad, solo seguía la ribera del Erdra y atravesé un club fluvial lleno de barcos y gente disfrutando el domingo, con un montículo de césped plagado de gente descansando mientras se tostaba y mucha gente con sus barbacoas portátiles. A la vuelta descansé en este hermoso lugar. Pero yo seguía y seguía adentrándome en terrenos umbríos y lodazales, atravesando un frondoso bosque sacado de la mente de Tolkien, hasta que llegué a la pradera donde estaba el palacete, que es privado. Tras un descanso y foto de rigor vuelta a casa. Hora y media me esperaba.

Pero no contaba con desviar el camino y cuando quise volver a la senda conocida metí los pies hasta los tobillos en barro fresco y llenito de agua. Caminata con sonidos chof a cada paso. Para ver un poco más decidí cruzar un puente y seguir bajando por la otra ribera, que tenía varios recodos y gente emperifollada paseando como si fuese un corredor en la ópera. Hermosa y cansina caminata.

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