sábado, 18 de junio de 2016

La vida de Don Alfonso

Alfonso XII nació el 28 de noviembre de 1857 en Madrid, hijo de la reina Isabel II y de su consorte Francisco de Asís. Sin embargo, esto último no está tan seguro (al menos desde el punto de vista biológico) puesto que el amante de la Reina por esa época fue el capitán de ingenieros Enrique Puigmoltó. Además, don Francisco andaba lejos durante las fechas de la concepción y además era homosexual, con amante 'oficial' y todo.

El joven Príncipe pronto se verá obligado a abandonar su país durante la Revolución de La Gloriosa en 1868. La Familia Real se exilió en París durante un tiempo, lugar donde Alfonso cursó estudios. Pronto fue a Austria-Hungría, para formarse en el Colegio Teresiano vienés. Finalmente, y durante unos pocos meses, se fue a Reino Unido a recibir instrucción militar, en la afamada Academia de Sandhurst. Durante el exilio, más precisamente en 1870, su madre abdicó sus derechos al Trono, por lo que el joven se convirtió en Rey en el Exilio. Fue una gran maniobra política, puesto que el retorno de su familia no era una opción muy favorable si doña Isabel seguía ostentando los derechos dinásticos. La turbulenta política española de la época jugó mucho en favor de la causa alfonsina y el 29 de diciembre de 1874 se llevó a cabo el Pronunciamiento de Sagunto, por el que las autoridades militares lo reconocieron como Rey legítimo, en detrimento del régimen republicano de la época. El 9 de enero de 1875 vuelve a pisar suelo español, siendo aclamada su entrada en Barcelona. Tres días después, y tras pasar por Valencia, llega entre vítores al Palacio de Oriente.

La Restauración, régimen político que acompañó a Alfonso XII, se consolidó prontamente, basada en una política liberal y una monarquía de corte constitucional. El sistema bipartidista se consolidó durante la Restauración donde las dos facciones más relevantes eran, por un lado, la aristocracia y la clase media moderada (liderados por el Partido Liberal-Conservador de Cánovas del Castillo) y, por el otro, la clase industrial y los comerciantes (liderados por el Parido Liberal-Fusionista de Sagasta). Pero a pie de calle, el poder seguía siendo llevado por la oligarquía y por los caciques rurales, que instalaron una práctica (el pucherazo) que pronto dejó de estar en sintonía con el pueblo español. Por otro lado, si bien la Iglesia Católica perdió terreno por la Constitución de 1876 y su consagrada tolerancia religiosa, su influencia en la sociedad y la educación apenas se resintió.

Don Alfonso se ganó el apodo de El Pacificador tras lograr calmar los conflictos militares que azotaban al país, siendo los más relevantes la III Guerra Carlista y la Guerra de Cuba. Las victorias gubernamentales lograron consolidar la Restauración y la participación activa del Monarca en el frente lo hicieron muy popular. Tras esto, la implantación constitucional, y su escrupuloso acatamiento, fue su gran logro.

En 1878 se casó con su prima María de las Mercedes, de la que estaba perdidamente enamorado. Si bien el pueblo celebró a lo grande los esponsales y pasó el hecho al folklore popular, la reina madre y el Gobierno estuvieron fuertemente en contra de dicho enlace. ¿Por qué? Porque su suegro era don Antonio de Orléans, duque de Montpensier, un conspirador durante el reinado de Isabel II y había llegado a asesinar en un duelo en un ascenso en las opciones a ostentar la corona española. Además, su nombre se rumoreaba como instigador del magnicidio del presidente Prim, principal valedor del rey Amadeo I. Tras la bula papal que habilitaba el matrimonio doña Isabel no acudió al enlace como protesta, no a la Infanta, sino contra su padre don Antonio. El 23 de enero en Atocha mil cirios alumbraron esta nueva etapa de Alfonso XII bajo los augurios del cardenal Benavides.

El joven matrimonio duró poco. Un aborto mal curado en marzo del mismo año iniciaron el lento declive de salud de la Reina y el 26 de junio, con gran dolor por parte del Rey y del pueblo, 'Carita de Luna' abandonó este mundo. Montpensier rabió al perder un vínculo de sangre con el Trono (a pesar que después casó a su hijo con doña Eulalia, una hermana de don Alfonso). Hasta doña Letizia, fue la única Reina consorte nacida en territorio español.

Parte del luto la pasó recluido y llorando don Alfonso, aunque pronto volvió a su vida Elena Sanz, la afamada cantante y amante del joven monarca. Pero esto no era suficiente, la monarquía necesitaba continuidad dinástica y a la fuerza fue casado con doña María Cristina de Habsburgo-Lorena. Tres hijos tuvieron: Mercedes, Teresa y Alfonso, este siendo póstumo.

Alfonso XII, desde que en su tierna infancia le atacaron unas crueles fiebres, tuvo una salud muy delicada. La tuberculosis pronto se hizo con él. Pero en vez de cuidarse, aumentó en su número de salidas de incógnito y de amantes. Por la noche, un vividor; por el día, un fiel cumplidor de sus obligaciones. Esto hizo que su cuerpo no resistiese más y muriese en el Palacio de El Pardo el 25 de noviembre de 1885 a la mañana, si no antes. Murió en una amplia cámara de dos balcones que justo daban a la fachada principal. La Reina y el médico de cámara fueron los que lavaron y prepararon el cadáver, que fue dejado en la enorme cama de hierro con decoración de oro en la que se produjo el deceso. Entre sus manos se le colocó el crucifijo con el que había hecho la Primera Comunión en Roma.

El día 26 comenzó a ser embalsamado debido al avanzado estado de descomposición del cuerpo. Tuvieron que emplear 25 inyecciones de un litro cada una para lograr el propósito planteado. Tras colocar el catafalco en el Palacio de Oriente para recibir el último adiós del pueblo español fue enterrado en el pudridero de El Escorial, cinco días después. Al poco tiempo, fue trasladado definitivamente al Panteón Real.

Años después, siguiendo una leyenda, el joven Alfonso XIII quiso ver a su padre, pues nunca lo conoció. Al destapar el ataúd, y para sorpresa de todos, el cadáver de don Alfonso se encontraba intacto. Parecía como dormido, decían, sumando otra leyenda más a esta insigne figura.

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