sábado, 22 de octubre de 2016

El PSOE zozobrando

Parafraseando a un amigo, aún no me he formado ninguna opinión al no tener datos. Estoy pasando por una agenda vital más apretada y no me da tiempo a informarme sobre el asunto para apoyar a una parte o a la otra. Sí, esto suena raro hoy en día, donde todos saben y opinan de todo.

Tras la partida de Zapatero el PSOE, como siempre pasa tras perder las elecciones, tiene un tiempo de zozobra. Llegó Pedro Sánchez dando un porte de elegancia y un cierto aire nuevo al partido, aunque no mucho, solo proclamas al estilo Pdro Snchz y tal. Pero bueno, no es que España esté pasando una buena época en cuanto a casta política. Total, que el electorado socialista, conocido por no tener una base inmensa e inamovible al estilo del PP, se fue desencantando de tanta cáscara ornamentada y poco relleno. En las elecciones de 2015, Sánchez consiguió unos resultados irrisorios para lo que estaba acostumbrado el PSOE. Lejos de hacer autocrítica (eso no existe) y dimitir, siguió con pie firme. No tenía nada de carisma y había existido una fuga de simpatizantes hacia Podemos en gran manera y hacia Ciudadanos en menor manera.

La sorpresa estaba por venir. El infame rechazo de Rajoy a la propuesta regia para presentarse a la investidura descalabró por unos momentos el entramado constitucional. Había un vacío que nunca fue contemplado. Y empezó una búsqueda desesperada por ver quién quería o podía sacrificarse. Sorprendentemente, Pedro, a pesar de sus proclamas huecas y que no habían entusiasmado a nadie, se enarboló como hombre de Estado. Incluso a mí me sorprendió gratamente este gesto. Es más, intentó articular los suficientes apoyos para gobernar a pesar de estar en minoría. Su pacto con Ciudadanos intentó atraer al centro derecha (un pacto centrista, puesto que el PSOE ya deberíamos catalogarlo como de centro izquierda). Lástima que no pudo contar con los apoyos de Podemos, puesto que la coalición hubiese permitido el diálogo y la transacción para llevar a buen puerto al Reino. Sin embargo, la egolatría populista de Iglesias frenó todo en seco. Quería la mejor parte del pastel en el reparto de ministerios y sus líneas rojas hacían difícil el diálogo. Quizás pensaban que unas nuevas elecciones harían voltear la balanza y que recayese sobre ellos el poder formar Gobierno con un PSOE muy tocado. El resultado lo sabemos todos, su propuesta fracasó y nadie quiso intentarlo hasta después de nuevas elecciones.

Las elecciones de 2016 trajeron a un PP reforzado y a un PSOE muy mermado. Parece que, tarde o temprano, el pescado va a estar vendido. El primer intento de Rajoy, con Ciudadanos de aliado, no descubrió nada. Pero ahora las cosas cambiaron, puesto que los barones del PSOE pusieron en grito en el cielo por la actuación de Sánchez. La cabecilla de la revuelta, Susana Díaz, preside la corruptísima Andalucía. ¿Qué era esto ahora? ¿Ir de Guatemala a 'guatepeor'? Los barones hablaban que el comité debía decidir qué hacer ante el siguiente asalto popular; Sánchez que la militancia debería tener la última palabra. Un espectáculo bochornoso. Comité, o como se llame, negado por uno y a la vez impugnado por los mismos. Daba pena, unos chungos querían quitar de en medio a otro chungo.

El miedo entró en las carnes de los podemitas. Pensaban que esta vez tendrían a Sánchez más dispuesto a ceder o que en unas terceras elecciones se daría el tan afamado 'sorpasso'. La entrada en juego de la Gestora los ha descolocado. Si por avaricia no alcanzaron el Gobierno a principios de año ahora mucho menos. De la noche a la mañana quitaron el apelativo de conservador a Sánchez y le pusieron el de genuino luchador de izquierdas. De esperpento todo esto, sinceramente. Algunos hablan que Pedro tenía avanzado en alto grado el pacto, pero aún en secreto. Incluso se rumorea que los barones destruyeron a Sánchez porque ya tenía pensado hacer dos referéndum: uno sobre Monarquía (¿es imprescindible hoy en día? ¿No hay problemas más cruciales?) y otro sobre Cataluña (¿puenteando la Constitución? ¿Conseguirle la victoria a unos perdidos Puigdemont y adlátares?). La verdad va a tardar cierto tiempo en salir a la luz.

Lo que parece cada día más evidente es que el PSOE va a abstenerse ante la candidatura de Rajoy. Creo que lo harán para ponerse rápido en la redacción y aprobación de unos nuevos Presupuestos Generales del Estado, cosa que el país necesita urgentemente. Una vez cumplido este objetivo, a mi suponer, la presidencia de Rajoy deja de tener sentido. Contando con Partido Popular y Ciudadanos, no posee Rajoy la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, luego la gobernación en minoría podría sufrir más pronto que tarde una moción de censura con algún candidato socialista o podemita. Creo que lo tendrían muy fácil para ganarla y quitar al cabeza visible del partido de derecha de Moncloa. ¿Quién sabe?

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