sábado, 16 de diciembre de 2017

El desquebrajado núcleo de la sociedad

Sí, la unidad más pequeña en la que se basa nuestra sociedad actual: la familia. Pero esta vez no me refiero a la familia tradicional o a las nuevas familias en concreto, sino el concepto en abstracto, la que viene por sangre o política matrimonial. Quiero poner aquí mis reflexiones porque esta vez no estoy gestionando bien los encuentros familiares. Se nota que llevo mucho tiempo fuera y he creado una manera de vivir con mi esposa que ya no encaja tan bien con mi familia, aunque durante mi infancia fuese el núcleo principal y disfrutara cada encuentro como el que más.

Y creo que ahí está el problema. Tú creces y vas formando una personalidad, unas características propias. Y los que te llevan décadas no son capaces de ver los cambios. Quizás si son parte de familia alejada o que llevas años y años sin verlos. Ahí como perfectos extraños. ¡Pero ojo! Si aparecen un día cualquiera debes tratarlos con sumo respeto y familiaridad, aunque te sea más cercano el vecino de dos casas más abajo de la tuya. Cordiales hay que ser siempre, pero esos mandatos que te impusieron de pequeño sobre que la felicidad del prójimo es más importante que la tuya a veces (casi todas las veces) chirría, lo mires por donde lo mires. Es humillante tragarse ideas, personalidad, solo porque estás delante de un familiar (al cual parece que nunca le impusieron tal mandato).

En familia siempre se ha tratado como que todos sus miembros son serios, inteligentes, preparados, conocedores de todo. Y no es así. Sin desmejorar a nadie, ninguno hemos tenido los mismos derroteros vitales y soluciones para unos pueden ser problemas para otros. Incluso aunque seamos de la misma familia. ¿Qué me dicen de la familia lejana? Primos segundos, tíos abuelos... esas etiquetas las he tenido siempre y cada vez que vuelvo la vista para atrás he visto con sorpresa que debía tratarlos como gente conocida. Y eso que solo han tenido trato con tus padres. ¡Pues que los saluden ellos! Un niño pequeño ha de poder decidir a quién quiere saludar, besos incluidos. Hijos de primos míos, ¿qué familiaridad les puedo ver si ni los conozco?

Como todo el mundo puede imaginar, los conflictos familiares existen y son comunes. Ninguno somos lumbreras y las genialidades que se le ocurren a uno pueden ser estupideces para otro. Algo que se entiende en el conjunto de la sociedad parece inexplicable dentro del seno familiar. Como si tuviese que ser un núcleo duro y monolítico. Es más, las peleas internas, por muy duras y marrulleras que sean, han de ocultarse. Los secretos familiares han de tratarse como si fuesen secretos de Estado. A los años parece que todo ha vuelto a la normalidad pero de pronto escuchas comentarios genéricos que en realidad tocan entre los que dialogan fuertes críticas a otra persona que no está presente para defenderse. ¡Ah! Pero si aparece hay que sonreír y actuar como si nunca hubiese pasado nada. Si eso no es hipocresía que venga alguna deidad y lo diga.

La primera decepción fue con un tío que ni me conocía, ni le sonaba mi existencia. Cierto que llevábamos casi décadas sin vernos cara a cara pero al menos ten referencia de los hijos de un hermano tuyo. Y querían que le perdonase tal derrape a un viejo gagá. Una mierda. Otra fue con una parte de la familia que solía visitar a menudo. En estos viajes relámpago de los últimos años por vacaciones no he podido ser muy habitual en las reuniones familiares pero siempre intento hacer visitas de cortesía. Ir a una casa y que te digan que están cansados y que vaya otro día sabiendo de mi agenda imposible de reconfigurar me parece una gran falta de respeto.

¡Ah! Y los padres, como que siempre eres un infante para ellos. Tu vida no es tu vida, sino una ilusa prolongación de la suya. Quieren que pienses de la manera que ellos creen que es el pensar óptimo, que te vistas como debería ser una persona de bien y que tu pelo y relaciones sean como ellos solicitan. Para eso que se compren un muñeco y lo decoren como quieran. Uno es como es y listo. Una cosa es un consejo, otra cosa son críticas siempre destructivas para minarte la moral y reiteraciones abrumadoras para que vivas una vida que no te pertenece, pero que creen que es la ideal. Nadie está libre de ello e incluso los psicólogos han escrito miles de libros sobre el asunto (a nadie le resultará raro el tema de adolescencia y enfrentamientos con los padres).

¿Mi consejo? Elige a la pareja que desees, si deseas vivir en pareja. Sean compatibles, no compitan y constrúyanse una vida juntos, reforzándose uno al otro. La familia política o de sangre va a ser la que te sea más afín, un nombre designado al azar hace tiempo no tiene que influirte ahora. Ten cerca a la gente que te haga bien sea familia o no, pero lejos los que te hagan mal, sea familia o no.

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