viernes, 17 de septiembre de 2021

Diario de Viaje: La Iglesuela del Tiétar (Agosto de 2020)

 La etapa abulense de las vacaciones había terminado y ahora tocaba volver a la sierra de San Vicente, un lugar que me encanta. Apuntábamos hacia Nuño Gómez, un pueblecito que anda algo alejado de la carretera principal y no está sobre la falda, pero eso le hace atractivo porque los precios no están tan desorbitados y siempre hay lugar. Y las cabañas a donde vamos (estábamos repitiendo) son lugares de silencio y relax.

Mi mujer tenía ganas de investigar este pueblecito y como pillaba de camino hicimos una parada estratégica a la entrada del pueblo, justo donde siempre encuentras buen aparcamiento. Caminamos un poco por las calles del pueblo, viendo varias casitas de piedra con mucha vegetación. Supongo que estábamos viendo las parras que dan sombra (y alimento) los calurosos días de verano. Llegamos hasta la hermosa iglesia de Santa María de la Oliva, con entrada lateral al estilo castellano y una torre con nidos de cigüeñas. El crucero de la iglesia era de forma cuadrada y muy elevado, dando un estilo que me gustó bastante.

Caminamos un poco más hasta la plaza del ayuntamiento y nos pusimos en marcha para hacer una breve caminata hasta el río Tiétar, que creo que hace de frontera natural entre las dos Castillas. El paseo me gustó a pesar del calor y de la vegetación ya muy amarillenta porque podías divisar la sierra de Gredos imponente a un lado y al otro la elevación de la sierra de San Vicente. Me gustó el lugar y el paseo. De ahí, con algo de hambre, tocaba ir hasta las cabañas y, para más inri, elegimos dar la vuelta a la sierra por el lado más largo para conocer esa parte.

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