Tras la visita a Grazalema paramos en un área de descanso cercana a Benamahoma y caminamos un rato por algunos senderos que pasaban entre algunos riscos. La verdad es que la sombra era tupida y varios lugares te permitían observar los montes bajo una espéndida panorámica. No pudimos llegar a la aldea porque el camino que tomamos estaba poco transitado y había mucho arbusto espinoso.
Sin embargo, a la tarde, remontamos el río Majaceite hasta llegar a la aldea. Desde la parte baja, donde había como algunas imágenes de las tradiciones del lugar, se veía un trazo blanco entre verde oscuro, el silencio era ensordecedor y nos quedamos un largo rato (tras comprar un helado) disfrutando este paraíso en vida.
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