Segunda etapa de las vacaciones para el mes de agosto. Si pasamos varios días al norte ahora tocaba al sur. La elegida fue la provincia de Jaén, que si bien estuvo siempre cerca apenas la pude recorrer y en especial solo la zona de la campiña. Para ir a nuestro destino convenía entonces tirar por carreteras secundarias.
Esto al menos nos hizo ver las zonas de Ciudad Real menos concurridas, atisbar las sierras al sur y, por un casual, ir a repostar a Villanueva de los Infantes. Al principio era tomar algo y repostar, que la perra caminase por un complejo de casitas muy pintorescas y listo. Pero no, miré en Wikipedia qué deparaba el lugar, y gran sorpresa, un nudo histórico.
Como muchos de los pueblos andaluces y manchegos está todo lleno de casitas blancas, con calles atestadas de coches y sin ningún árbol, cosa que me sorprende a día de hoy porque en las fotos antiguas tampoco había árboles y estas zonas son las que sufren el sol estival.
Callejeando te encuentras con un montón de casas-palacete con fachadas de piedra con arcos y muchos detalles, señal de que vivía gente importante en su época. También me sorprendió el número de turistas y la cantidad de tiendas de souvenirs que había. Bastante interesante. Y qué decir de la gran Plaza Mayor, con sus arcos de piedra y sus balconadas de madera.
Buen detalle la presencia de unas esculturas de don Quijote y Sancho Panza, como si se hubiese congelado la acción en alguno de sus capítulos y hubiese llegado tal cual hasta nosotros. Y dominándolo todo la fachada de la iglesia de San Andrés. Gigante su torreón y arco de entrada, un lugar que destaca fuertemente en el paisaje del pueblo. La verdad es que fue una muy grata sorpresa.
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