Desde Santa María del Tiétar empezamos a caminar siguiendo la vereda del Tiétar y nos acercamos a esta localidad, mucho más grande de donde estábamos parando. El camino era frondoso y había bastante gente y al llegar al pueblo nos sorprendió el movimiento que tenía.
En la carretera principal bastantes caserones y ya más en el centro bloques bajos de pisos. Nos movimos algo entre las calles hasta llegar a una plaza donde se estaban vendiendo productos típicos de la zona. Había una colección de banderas presidiendo todo, me sorprende que usen asiduamente la de la provincia. Y bueno, nos hicimos con panes y quesos, cosa de agradecer para la vuelta a la ciudad.
Paramos un rato en la plaza del ayuntamiento a recuperar fuerzas y de nuevo a desandar el camino llenos de viandas.
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