Antes de retornar pensamos en dejar Horcajo e ir al pueblo que está al lado a ver qué tal era, ya que tiene un nombre casi idéntico. El paisaje, como era esperable, muy parecido, rodeado de montes y bosques de hoja caduca.
Horcajuelo es mucho más pequeño pero a la vez me pareció más atractivo, casitas de piedra que no daban la sensación de haber sido hechas con toques modernos para el turismo. Calles vacías y sinuosas y una plaza al lado de la iglesia muy pintoresca. Todo de piedra y con un toque bien de pueblo tranquilo. Incluso escuchamos a una familia despedirse de los familiares, seguramente de visita dominical para un buen almuerzo antes de entrar en la vorágine de cemento y vidrio que es Madrid.
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