martes, 16 de octubre de 2012

La aventura magenta


En estos días se cumplieron cinco años de existencia del partido político Unión Progreso y Democracia con multitud de alharacas y vítores ante las nuevas elecciones autonómicas que se van a celebrar en Galicia, País Vasco y Cataluña. La verdad que en 2007 nadie daba un duro por la formación encabezada por la exsocialista Rosa Díez, pero la sorpresa fue mayúscula al entrar por los pelos en el Congreso y la llegada al parlamento europeo y vasco de gente magenta. Ya en 2011 consiguieron también con apuros y ciertos movimientos un grupo parlamentario propio y la entrada de numerosos candidatos en puestos legislativos. Y, como está a día de hoy la situación política, la intención de voto los coloca como el tercer partido nacional.


Siempre seguí a la gente que abandonaba el partido de toda su vida y decidía organizar algo por su cuenta, como fue Manuel Pimentel o Rosa Díez. Abandonar una cómoda posición para probar suerte (aunque se sospeche que es por despecho de no llegar al liderazgo) tiene como cierta aura romántica que me atrae. UPyD se formó al calor de Plataforma PRO y con numerosos integrantes vascos con relación con las víctimas del terrorismo. La propuesta fue saludada por muchas personalidades y se fundamentaba en un principio básico pero poco visto: el transversalismo. El problema es la cerrazón de mente falaz que te obliga a retirar todo lo que venga de quien no te gusta, aunque sus propuestas sean buenas. Ahí está el punto, aglutinar a gente de variada ideología para que propongan cosas buenas, sin importar de si son de izquierda o derecha. También su afán de reformar la desgastada política española tiene su fuerte atractivo, consolidado en la reforma de la ley electoral (que prima a partidos nacionalistas y nacionales de gran peso) para eliminar el bipartidismo y la reforma constitucional para una auténtica separación de poderes. Su defensa de la unidad de España, no por sentimentalismos, sino por igualdad ciudadana en un claro guiño al patriotismo constitucional los pone contra los nacionalismos excluyentes. Su postura ha sido fuerte en este punto, tanto que han sido tachados numerosas veces de nacionalistas españoles y de ideología autoritaria. Su defensa del castellano en zonas donde está excluido ha sido visto como un ataque al resto de lenguas cooficiales y, aunque defienden un bilingüismo total, real y voluntario, no se hace mucha publicidad para el resto de lenguas españolas.


Otros puntos de defensa ha sido su oposición frontal al terrorismo, sobre todo al de la banda terrorista ETA y sus ramificaciones políticas. Este punto, clásicamente abaderado por el Partido Popular (aunque este lo obviaba cuando convenía) le ha hecho relevante a pesar de la cerrazón mediática que se somete a esta formación; sin embargo, a la larga este punto puede ser de debilidad, ya que cuando ETA quede finalmente disuelta y, espero, con sus integrantes entre rejas, perderá un puntal importante a la hora de hacer política y de llegar a la ciudadanía.


La idea de transformar a España en un Estado federal recoge las nociones del Partido Socialista Obrero Español, pero lo hacen bajo un concepto de derogación de los privilegios fiscales vascos y navarros y la recentralización de ciertas competencias que deben ser comunes, tales como la sanidad y la educación. Algunos ven en esto una tentativa de eliminación de las autonomías y que España sea centralizada de nuevo, cosa que al final se derrumba por su reiterada oferta de sistema federal. También apuestan por una proyección hacia la Unión Europea en donde se vayan creando lazos más fuertes entre miembros más allá de los mercantiles para ir consolidando un fuerte y democrático gran Estado, aunque las diatribas de la UE y la injerencia de jefes de gobierno de algunos países los hace ver como un salto de fe hacia una estructura anquilosada y carente de democracia en muchos puestos relevantes.


Sus propuestas para eliminar cargos políticos en consejos de administración bancarios los ha hecho apuntalar simpatías en muchos sectores, sobre todo en el caso de Bankia. Para regenerar la democracia y hacer que los partidos sean transparentes no es factible que haya adlátares en bancos o cajas para desviar fondos o dar dádivas por su lealtar, conllevando que no se mire por los clientes y sí por los yates. Criticar los sueldos excesivos, las dietas arbitrarias para los políticos o los coches oficiales se sirven de efectividad ante una casta política caduca. El reverso les puede ser peligrosísimo, puesto que indirectamente, como cargos políticos (aunque sean elegidos por listas abiertas y sin avales) se están tachando de caducos. O también pueden perder una baza cuando la casta política se regenere y actúe razonablemente (quizás sea un anhelo utópico). Estas medidas también son adjudicadas a un populismo demagógico que solo espera la indignación de la gente y que a la larga no arreglaría mucho (aunque la racionalización de tareas autonómicas, la eliminación de duplicidades y la desaparición de cargos a dedo podría ahorrar mucho a las arcas públicas). Su sistema de destitución automática de cargos imputados les genera simpatías, pero entra en contradicción con la presunción de inocencia y cualquiera que quiera abortar la carrera política de alguien con acusarlo lo logrará, teniendo que esperar un juicio y nuevos comicios en otra coyuntura.


Tampoco tiene ningún comité de respuesta eficaz, directa, rápida y difusiva contra bulos que puedan afectarle. Se deja todo a los activistas, sobre todo a los de Internet. Pero esto trae pérdida de tiempo y clara descoordinación. No se puede contentar con arañar votantes del PSOE y algunos del PP, tiene que ganárselos por motu proprio y para eso hace falta, además de transparencia, que responda sin dudas a los ataques que le pueden hacer para desprestigiarlos.


Y otro paso es la figura de Rosa Díez. Es una persona con mucho que aportar y una gran experiencia, totalmente empática, pero la formación del partido se ha hecho a su molde y muchas figuras relevantes (y no tanto) han terminado abandonando el partido. Es peligroso el personalismo, aunque en la juventud todos los partidos lo han sufrido (Iglesias en el PSOE y Fraga en el PP), por lo que a la larga la gente identifica partido con la persona y su manera de pensar (que puede estar en consonancia o no con los postulados del partido). Debe empezar a proyectar a gente con cargos y darle peso y relevancia mediática, la que tenga. La gente tiene que ver que no es partido de una persona y que en un futuro se mantendrá el partido con una nueva generación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Diario de Viaje: Peñafiel (Febrero de 2023)

 Pues casi sin reponernos del viaje navideño a Portugal tocó otro gran viaje. Mi mujer tuvo que ir a un curso a Santander y yo hacía décadas...