viernes, 5 de octubre de 2012

Saqueo a Argentina


A lo largo del tiempo, la gran extensión y diversidad de climas y paisajes en Argentina ha hecho que se le llegara a apodar como "el granero del mundo". Es cierto que la densidad de población es baja y que la mayor concentración se da en la capital federal, por lo que hay una gran superficie para llevar a cabo cultivos y para producción ganadera.

Cuando era región española, tras la conquista y el genocidio sistemático, la extracción de minerales fue una de las principales actividades en estas tierras. Aunque las técnicas mineras no eran muy eficientes y mucho de lo extraído se revertía en obras y ciudades en América el saqueo fue continuo. Y siguió tras la independencia. Es famosa la contracción de deuda de los ladrillos de barcos ingleses para que no volcaran hasta llenarse de materias primas (que las transformaban y vendían a la propia Argentina) en vez de reclamar un impuesto por quedarse con ladrillos. Ferrocarriles en una línea radial para llevarse materias primas a lo loco y donde el ciudadano medio veía poco o nada de los beneficios de extracción por parte extranjera.

Pero el culmen se da a finales de siglo XX y comienzos del XXI. Cuando uno supone que los avances tecnológicos y el regreso a la democracia permite que el propio Estado se ocupe de mantener una red de suministros y producción agropecuaria adecuada y que tiene concesiones reguladas a empresas extranjeras, se ve que no pasa tal cosa. Sorprendentemente, tras la ola de privatizaciones parece que pesó más cuánto le pagaban a políticos para que tuvieran la boca cerrada que el interés general. No hay otra manera de explicar cómo decenas de empresas extranjeras tuvieron en su poder los recursos más valiosos del país. Ahora lo critican, pero hay que considerar que no vinieron dichas empresas amenazando y por la fuerza, sino que vinieron con convenios favorables, abrazos y aplausos enfervorecidos.

En el caso de la minería no se explica uno cómo grandes corporaciones, como la Barrick Gold, no tienen por qué declarar lo que sacan, pudiendo llegar a destino e inventarse cualquier declaración. Por eso, lo que pagan en impuestos es irrisorio. Cortan caminos estatales y construyen aeropuertos donde les parezca para evitar el más mínimo control. Amenazan a poblados enteros, no dudan en aplicar la megaminería más destructiva y contaminante. Envenenan miles de litros de agua con ácidos o cianuro y sin ningún tratamiento lo devuelven al río, donde quizás varias poblaciones utilizan esa misma agua. Los tanques envejecen y no son reparados, filtrándose agua contaminada en las capas freáticas y llegando a ríos subterráneos que pueden arruinar cosechas o ser consumida a través de pozos. Son capaces de destruir gran parte de los Andes con glaciares incluidos, donde se ufanan sin saber al decir que pueden hacer el favor de transportar el hielo a otro lado (independientemente de si se derretirá o no). Cortan puntos de interés que frenan la subida de nivel de ríos y lagos y no declaran los recursos que van a desaparecer con sus actividades.

Lo mismo pasó con Repsol, donde por muchos impuestos que pagase no declaraba el total, estafando al Estado. Cierto que la estatización se llevó a cabo sin un programa y con visos de populismo al encontrar un enorme yacimiento en Vaca Muerta sin posibilidad tecnológica de explotarlo (ahora se la concedieron a una canadiense, así que poca nacionalización), pero creaba pocos puestos de trabajo argentinos y no se destinaba lo suficiente para encontrar nuevos yacimientos. Repsol ahora se ve como un elemento patriota en España, pero hay que recordar que la mayoría de sus impuestos (declarados) no los paga en suelo español.

Otro punto son los ferrocarriles, desmontados y olvidados a conciencia. Una red radial que solo apuntaba al puerto de Buenos Aires para expoliar más rápido. Nada de interconexiones y ahora todas las empresas fueron privatizadas además de subvencionadas por el Estado, donde el dinero va a bolsillos en vez de adecentar el servicio, provocando descarrilamientos y muertos de manera cruelmente habitual. Las infraestructuras fueron cerradas con prisa y el desmontaje ilegal se hicieron moneda común.

Y para terminar echamos un vistazo a Monsanto. Arrasando campos enteros para plantar soja modificada genéticamente de tal manera que sea inmune a los venenos más poderosos y matar a parásitos tanto como a humanos (puesto que algo de tóxicos quedan en los productos). Sus procedimientos de cultivo que dejan a la tierra extenuada y las fumigaciones aéreas cercanas a poblados donde la tasa de cánceres el obscenamente elevada. Y nadie de las altas jerarquías hace nada. Es más, políticos de varios lugares del mundo dicen una y otra vez letanías que parece que vienen junto al paquete de regalo. Mientras matan y envenenan, mientras arrasan tierras y pisotean derechos, los medios de comunicación parece que le tienen más preocupados si se juega o no algún intrascendente partido de fútbol. Y lo que es peor, mucha gente está de acuerdo con este orden de prioridades.

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